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Tino Pertierra

El periodismo de calidad cambia de clic

La publicidad pierde peso como andamiaje económico y crece el papel de la suscripción para acceder a la información

El buen periodismo lo hacen los buenos periodistas. En papel y en digital. Parece una obviedad pero en estos tiempos de confusión conviene subrayarlo y ponerlo a cinco columnas. Y para pagar a los buenos profesionales hay que tener ingresos suficientes, y esos ingresos ya no proceden en buena medida de la publicidad. La prensa seria vive tiempos tan difíciles como apasionantes porque el periodismo de calidad contrastada y libre nunca sale gratis. El modelo de negocio ha cambiado y se impone buscar soluciones distintas y valientes. Sin prisas, sin pausas: los medios saben que no hay que dar pasos en falso pero tampoco se pueden quedar quietos a ver qué pasa. Porque lo que pasa va a velocidad de vértigo y el futuro no puede pillarnos asustados. Arthur Ochs Sulzberger, editor de "The New York Times", lo tiene claro: "La publicidad nunca será suficiente para pagar el periodismo de calidad". Es decir: quien quiera acceder al buen periodismo debe concienciarse de que es necesario pagar por él. No le van las cosas al gigante neoyorquino, que ya ronda los 3 millones de suscripciones.

No hay periódico que no explore formas de vida más allá del universo publicitario. Descartadas como solución de futuro las opciones del gratis total sostenidas por la fiebre del "clic" y la información banal (que rima a menudo con viral), la prensa que se exige un compromiso indesmayable con el servicio público se marca el objetivo de quitarle a los anuncios el protagonismo que tuvo en los tiempos de bonanza y darle prioridad a los lectores que deciden invertir una minúscula cantidad de dinero en información con mayúsculas. Cómo conseguirlo es la gran pregunta, y las respuestas varían de un medio a otro. Hay cabeceras que hacen muros de pago sin fisuras. Otras permiten acceder sólo a un máximo de noticias gratuitamente. Una tercera solución consiste en dividir los contenidos: por unos se pagan y por otros no. Cualquier método sirve si la fidelidad de los lectores se traduce en ingresos que permitan preservar la excelencia informativa.

Lo más sangrante de la herida digital es que, hoy por hoy, el dinero que entra por la publicidad se queda en gran medida en la cartera de buscadores y redes sociales. Es el gran chollo tecnológico: los medios ponen el trabajo y Google, sin ir más lejos, se come la mayor parte del pastel. Insaciable.

Para evitar ese abrazo mortal, los editores se esfuerzan por encontrar vías alternativas que atraigan a los lectores sin renunciar a la esencia del periodismo. Podcasts, newsletters, artículos conversacionales, el vídeo de 360º, los "fact cheking" (verificación de hechos o datos), la gamificación (el uso de tests y cuestionarios sobre actualidad, por ejemplo), reportajes en los que el elemento audiovisual toma el mando, personalización informativa? No solo se trata de conseguir ingresos, también es importante disponer de datos del usuario, el maná que Amazon o Facebook busca desesperadamente. El dato vale su peso en oro.

Frente al muro de los mastodontes tecnológicos, en cuyos territorios crece con frecuencia la mala hierba de las noticias falsas, los medios apenas encuentran resquicios para acuerdos en igualdad de condiciones. Solo Google ha dado muestras de cooperación al retirar su estrategia del "primer clic gratuito" que exigía a los diarios entregar un determinado número de artículos sin cobrarlos para que el buscador les haga caso. O sea: los diarios no tienen por qué ofrecer artículos gratis en ese buscador.

Las encuestas alimentan la esperanza del periodismo veraz e independiente: los usuarios de internet son consumidores de noticias que recelan de la publicidad invasiva. El éxito de plataformas audiovisuales como Netflix es un buen ejemplo. Y no es cierto que las nuevas generaciones pasen de estar informadas: prefieren internet antes que la televisión. Móviles, tablets, portátiles. Cualquier puerta de acceso es válida. Y las que llegarán en el futuro. La tecnología no es la enemiga, solo hay que encontrar la forma de que sea aliada del periodismo honesto y riguroso. El gran reto de los medios que respetan la verdad y luchan por el bien común es lograr atraer a esas generaciones y demostrarles que, como escribió Víctor Hugo, "La prensa es el dedo indicador de la ruta del progreso". Démosle un clic.

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