Para algunos grupos municipales, la propuesta de convenio remitida el jueves por el ministro Ábalos al Ayuntamiento de Gijón y al Gobierno del Principado es una manzana con gusano dentro. Es obvio que el estudio informativo de la estación intermodal, la piedra angular del proyecto ferroviario, puede condicionar la ubicación definitiva de la parada central de trenes y autobuses. No señalará dónde debe ubicarse la estación, pero certificará distintas alternativas y su coste económico.
Pongámonos en una tesitura razonable: hasta ahora se han hecho estimaciones económicas, pero puede que el estudio certifique que construir la estación donde quiere el Ayuntamiento, a cota -21, encarezca notablemente el coste de la obra. ¿Existe capacidad económica en las administraciones implicadas para asumir una mayor aportación? No es moco de pavo valorar esta posibilidad. Y no resulta razonable haber comenzado la casa por el tejado, sin saber cuánto va a costar la vivienda en construcción.
Lo de la centralidad de la estación es un mito que habría que ir razonablemente enterrando. A los turistas de arribada a Gijón no les supondrá gran trastorno llegar a destino en las cercanías del Museo del Ferrocarril o Moreda. En uno u otro sitio van a tomar un taxi hasta su hotel. Lo mismo que los gijoneses que vayan a desplazarse a Madrid en tren o en autobús. La verdadera centralidad es el metrotrén y la estación de la plaza de Europa. Esa ubicación sí será beneficiosa para los usuarios de una infraestructura con destino a Cabueñes, donde se encuentran el hospital de referencia, el campus universitario y el polo empresarial tecnológico. Eso sí es un centro neurálgico.
