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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Diccionarios

El primer día de clase en Segundo de BUP, que era como se denominaba al Bachillerato en España en los años ochenta del pasado siglo, por si los más jóvenes lo desconocen -si es que algún joven lee este artículo, lo cual resulta harto dudoso-, el profesor de Latín dijo a sus alumnos: "Para aprobar esta asignatura vais a necesitar un Vox". Se refería al diccionario de la época más habitual en el mercado, que los estudiantes de letras de entonces utilizamos para traducir párrafos de Cicerón o Tito Livio. Treinta años después, muchos españoles piensan que otro Vox es necesario y que lo ha traído de la mano la desidia de otros partidos, tanto los próximos como los más lejanos del espectro. ¿A quién le extraña? Un fenómeno similar lleva un tiempo ocurriendo en media Europa, y aquí todo llega un poco más tarde.

Ya es "vox populi" que el mercado político español ha parido una formación con nombre de diccionario; lo cual obliga a informarse convenientemente de su etimología, del contenido exacto de su ideario. Van a ser muy importantes, en el futuro inmediato, las palabras, conocerlas e identificarlas correctamente, para que no nos den ni los unos ni los otros gato por liebre, que una cosa es ser lobo y otra bien distinta disfrazarse de cordero.

Habrá que repartir entre los electores diccionarios, para traducir también gestos y actitudes y situar a cada cual en el lugar que le corresponde, si no por orden alfabético sí al menos por dónde les sitúan sus propuestas. Conviene tener siempre un diccionario a mano como conviene disponer de formación y conocimientos de historia, para huir de los extremismos de uno u otro signo que tanto daño han hecho tantas veces a este país.

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