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Mariola Riera

Virgencita, que me quede como estoy

La gran fortuna de los que pueden consolarse con seguir igual

Virgencita, que me quede como estoy. Que no es poco. Hay que darle la vuelta a la tortilla. De esos miles de personas que no han tenido suerte en el sorteo de la lotería de Navidad -admitámoslo, por mucho ruido que hagan, que están en su derecho, los afortunados son una minoría-, a buen seguro que muchos, muchísimos, pueden consolarse con el deseo de seguir igual: con salud y trabajo, el bienestar de los de alrededor, escasos o los justos sobresaltos, tiempo para el ocio e interesantes proyectos y retos... Cosas de la vida sencilla, sin grandes aspavientos.

Ahí reside la gran fortuna de la inmensa mayoría: saber que si no toca, no va a pasar nada porque todo seguirá igual, ni bien ni mal, sino con una situación aceptable y con la que poder conformarse.

A ver quién se niega a suscribir poder jugar con la misma ilusión de hoy en un año con la situación antes descrita. Y que no vuelva a tocar, pero que podamos recuperar de nuevo la ilusión para el siguiente sorteo, y el siguiente, y el siguiente...

Vale, sí, es innegable que a nadie le amarga un dulce y un buen puñado de euros prestaría en el alma, porque además la lotería de Navidad va muy repartida. Y si te toca a ti, le toca al vecino, a tus padres y al resto de la familia, a tu pareja, a tus amigos... En eso consiste la ilusión del Gordo y por eso por estas fechas los aficionados a la lotería, pero también muchísimos otros que viven al margen de los sorteos gran parte del año, llevan en el bolsillo unas cuantas participaciones de Navidad. Soñar es gratis, dicen. Consolarse en grupo por la falta de suerte, más llevadero. Y ya está.

No hay medidores oficiales, pero la expresión "que haya salud" puede decirse que fue ayer a buen seguro la más intercambiada entre los miles de españoles a los que la ilusión se les disipaba a medida que los bombos escupían durante la mañana las bolas de los premios que volaban lejos. Lo dicho, de hoy en un año, más y mejor. Al menos, más de lo mismo. Virgencita, que me quede como estoy.

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