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El "Brexit" o la ambigüedad del Partido Laborista

La verdadera encrucijada en la que se halla el principal partido de la izquierda en el Reino Unido

Desde su consolidación como organización política, a principios del siglo XX, el Partido Laborista inglés presenta unas características que lo diferencian del resto de los partidos socialistas europeos, y muy especialmente de los del sur del continente. Surgido como consecuencia de la alianza entre los intelectuales de izquierda (con origen en la Sociedad Fabiana de Sidney Web, Beatrice Potter o Bernard Shaw) y el movimiento obrero a través de las Trade Unions, el Labour Party, nunca fue un partido revolucionario.

Así, esta característica específica del Partido Laborista, como una coalición de intereses e instrumento de la participación de los sectores más populares de la sociedad en la política institucional británica, ocasionó que el grupo parlamentario laborista, en una época tan temprana como el año 1906, presentara, al menos, tres corrientes claramente diferenciadas. De este modo, la treintena de miembros que componían dicho grupo, en aquel parlamento de la época eduardiana, estaba formado, casi a partes iguales, por un grupo de líderes sindicales tradeunionistas, que conformaban la base obrerista del partido, y cuya influencia en el seno de la organización llega hasta la década de los noventa del pasado siglo. Junto a ellos coexistía la tendencia de la Federación Social Democrática, partidaria de la socialización de los medios de producción, la nacionalización de la tierra y el establecimiento de cooperativas, con una ideología claramente marxista. Y, por último, encontramos los que podíamos llamar miembros de la corriente Fabiana, que en sus principios rechazaban el marxismo y la lucha de clases, abogando por una paulatina y gradual introducción de reformas en el sistema económico y laboral que mejorara las difíciles condiciones de vida del proletariado británico.

Y es este peculiar carácter del movimiento laborista, junto con las especificidades del sistema electoral inglés, mayoritario y de circunscripciones unipersonales, lo que nos puede ayudar a comprender la verdadera encrucijada en la que se halla el principal partido de la izquierda en Inglaterra y la calculada ambigüedad de sus actuales dirigentes, con Jeremy Corbyn a la cabeza, en relación al "Brexit". Lo cierto es que ya en el referéndum de entrada en la, por aquel entonces, todavía denominada Comunidad Económica Europea, convocado en 1975 por el premier laborista Harold Wilson, el partido se mostró ante la opinión pública inglesa claramente dividido. Así, el sector más izquierdista, con Tony Benn, Michael Foot o un jovencísimo Jeremy Corbyn a la cabeza, se enfrentó a la cúpula del partido y del gobierno, defendiendo el "no" en aquella consulta. He tenido ocasión de ver recientemente el debate que celebraron en aquellas fechas, en la BBC, los máximos representantes de las dos corrientes ideológicas del partido, el euroescéptico Tony Benn y el ferviente europeísta Roy Jenkins, y he podido comprobar que los argumentos, en uno y otro sentido, expuestos de forma inigualable por aquellos dos titanes de la política inglesa podrían trasladarse a nuestros días.

Por ello, resulta sencillo adivinar la situación en la que se encontró el líder laborista, Corbyn, cuando 41 años después, un nuevo primer ministro, en esta ocasión el tory David Cameron, convoca una nueva consulta para decidir la postura del pueblo británico en relación con la permanencia del Reino Unido como miembro de pleno derecho de las instituciones comunitarias, en un intento de acallar las voces cada vez más fuertes del sector euroescéptico de su partido. Corbyn, un viejo socialista, heredero del sector bennista del partido, y que llegó a hacer campaña por la salida del Reino Unido de la CEE en el referéndum de 1975, siempre se ha mostrado crítico con lo que considera una deriva neoliberal de las instituciones y la política europea. Sin embargo, el propio Corbyn es consciente de que, tras los gobiernos del Blair y Gordon bajo la bandera del "Nuevo Laborismo", un sector mayoritario de su grupo parlamentario y de los votantes laboristas es partidario de permanecer en Europa. Esto le llevó a embarcar al partido en la campaña a favor del "Remain", aunque tal y como le reprocharon sus críticos dentro y fuera del laborismo, lo hizo con "la boca pequeña" y sin mucha convicción, lo que según muchos analistas políticos fue una de las causas de que la opción de la salida británica se impusiera por un estrecho margen. Curiosamente, el propio Corbyn se encontró durante el referéndum del "Brexit" en una posición política muy semejante a la de su bestia negra, Margaret Thatcher, con ocasión del anterior referéndum. En 1975, la joven Maggie acababa de alcanzar el liderazgo del partido conservador, tras una dura pugna con su otrora mentor, el ex primer ministro Ted Heat, y estaba luchando por consolidarse al frente de los tories. Por ello, en su volumen de Memorias titulado "The Path to Power" (El Camino hacia el Poder), la propia Thatcher reconoce que, en aquellos momentos, no tenía muchas ganas de hacer campaña, y se lanzó a pedir el voto afirmativo con tan poca convicción que el por entonces europeísta "The Sun" la criticó duramente por no participar más activamente en la campaña del "sí".

Y, en fin, somos muchos los que creemos que esta postura ambigua del líder laborista a la hora de defender la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea y su incapacidad manifiesta para ofrecer una salida, desde posiciones netamente progresistas, al callejón sin salida en que se ha convertido el "Brexit" para la política y la sociedad británica es una muestra más del desconcierto en el que se halla un importante sector de la izquierda europea, que, incapacitado para dar respuesta a los trascendentales retos que presentan la globalización y una economía cada vez más abierta y desregularizada y los cambios socioeconómicos que dicha situación conlleva, acude a recetas antiguas, como el nacionalismo y el proteccionismo, en un infructuoso intento de taponar la fuga de votos de su antaño fiel electorado a los partidos más reaccionarios y populistas del espectro político.

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