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Templos sobre templos

La intolerancia hizo que se sustituyeran construcciones paganas por otras cristianas

Es indiscutible que la mayoría de las creencias religiosas impusieron, y aún hoy lo hacen, su ideología a los que no comulgan con sus preceptos, llevando a cabo a veces acciones violentas y destructivas con el fin de proclamar a sus deidades y denostar a las adversarias. De tales desmanes no se libraron incontables obras arquitectónicas y/o culturales.

La sustitución de templos idólatras por iglesias cristianas forma parte de un proceso que se inició en tiempos de Constancio II (emperador romano desde 337 a 361), sufre una ralentización hasta que durante el reinado de Teodosio I (emperador entre 379 y 395) se potenció, al amparo del buen entendimiento entre los prelados y las autoridades civiles. Para los cristianos de los siglos IV-V, la destrucción de un templo suponía un primer paso en la catequesis de los paganos al privarles de una referencia de manifestaciones exotéricas. Comenzando la centuria V -que paradójicamente pasó a la historia como "el siglo de los bárbaros"- el Padre de la Iglesia Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla, mandó demoler edificaciones helénicas, enviando monjes provistos con mazas y objetos metálicos punzantes, lo que no deja de ser una versión anticipada de las recientes operaciones iconoclastas yihadistas ocurridas en Irak y Siria.

La iglesia más importante por su significado espiritual en el orbe, la basílica del Santo Sepulcro en la ciudad vieja de Jerusalén, fue construida en el lugar donde, según la tradición, murió Cristo y en el que se practicaban homenajes a la diosa romana Venus.

Aunque abundan las citas de destrucción de recintos paganos para levantar sobre ellos otros católicos, existen igualmente ejemplos palmarios de que en Roma se respetaba, en ocasiones, la arquitectura preexistente (templos, pero también termas, bienes raíces civiles, etc.) para transformarla en iglesias, e incluso como centros docentes.

Así, superpuesto al templo de Minerva -datado del año 50 a. C.- se erigió la basílica de Santa María Sopra Minerva, un bellísimo monumento gótico ubicado en el Campo de Marte de Roma. Otro edificio muy notable de esa ciudad lo constituye el Panteón de Agripa, dedicado en su origen a las deidades romanas (el término panteón significa "templo de todos los dioses"); cuando los susodichos emperadores abolieron el culto gentil, el ciclópeo inmueble fue abandonado a su suerte hasta que trescientos años después se convirtió en la iglesia de Santa María de los Mártires.

Cerca del Coliseo romano se halla la iglesia dominica de San Clemente de Letrán, con la peculiaridad de estar dispuesta sobre un oráculo paleocristiano del siglo IV y esta, a su vez, superpuesta a un templo destinado al dios Mitra, datado de la segunda centuria, pero respetando las obras precedentes.

Sin salir de Italia, pero ahora en la isla de Sicilia, se encuentra una muestra de arquitectura griega cristianizada. Se trata de la Catedral de Siracusa, dispuesta sobre las bases de un templo dórico dedicado a Atenea. Y hablando de esta diosa de la paz, sabiduría, ciencias y otras muchas cosas más, referir que el edificio más importante de la Grecia clásica, el Partenón de Atenas (siglo V a. C), está cimentado sobre los restos de un templo de Atenea y convertido con posterioridad en una iglesia consagrada a la Virgen María; la historia no acaba aquí pues llegó a ser transformada en mezquita árabe por los Otomanos.

En España no nos libramos de significativas muestras de este tipo de eventos repetitivos en el tiempo. Cada vez que tengo la oportunidad de visitar la Mezquita de Córdoba -construida, a partir del año 786, superpuesta a una basílica hispanorromana de la que se reutilizaron parte de sus materiales- me embarga una profunda desazón al ver incrustada en pleno corazón del hermosísimo bosque de columnas de mármoles, jaspes y granitos del arte andalusí, la Catedral, una basílica cruciforme renacentista de estilo plateresco creada tras la reconquista cristiana de la ciudad por Fernando III de Castilla. Aunque doctores tiene la Iglesia, la inserción catedralicia aportó, en mi opinión, un desafortunado híbrido arquitectónico.

También en Asturias tenemos algún modelo al respecto, pero en miniatura. Es creencia que la capilla de la Santa Cruz en Cangas de Onís fue mandada levantar por el rey Favila para custodiar la Cruz de la Victoria. El oratorio se realizó sobre un túmulo de un dolmen de grandes piedras verticales, con lo que se consiguió cristianizar un lugar sagrado anterior.

Como colofón, vociferar a los cuatro vientos que las artes plásticas (llámense arquitectura, escultura, pintura, etc.) son un bien universal desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad. Vengan de donde vengan, independientemente de la ideología de su autoría o de su propósito, deben ser preservadas para el deleite de esta y de las futuras generaciones.

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