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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Pintadas en el "Elogio"

Hay quien se empeña en ciscarse en el arte al aire libre, no por manifestar una actitud anarquista contra lo que representan volúmenes majestuosos que sólo se pueden levantar a cuenta de un elevado coste económico para el erario público. En el caso del "Elogio del horizonte", los que realizan pintadas sobre el hormigón no son activistas contraculturales de moderna hornada, sino vulgares cantamañanas de brocha gorda. Pena da y vergüenza ver así el emblema de Gijón, síntesis de la vocación marina y térrea de esta ciudad, torreón de mira y promontorio catalejo tan del gusto de las buenas gentes gijonesas.

No entremos en el contenido de sus mensajes ni en la ideología que rezuman, que tontos de capirote con ganas de hacer notar su firma en el mobiliario público los ha habido siempre a diestra y siniestra. Lo lamentable es el hecho en sí, el afán de enguarrar uno de los monumentos más respetados de Gijón, de los más visitados y por supuesto con más notable pedigrí: nada menos que un Chillida.

Es el cuento de nunca acabar, el tejer y destejer de Penélope escrito en roja grafía de mal alumno de Primaria: las pintadas se limpian y vuelven a aparecer semanas después, como si los mensajes ágrafos de semejantes tarambanas quisieran remedar a las caras de Belmes. Habría de vigilar la Policía Local durante algún tiempo la imponente pieza, pillar a los autores con el aerosol en la mano, cascarles una onerosa multa e imponerles, a mayores, una penitencia caligráfica en un cuaderno de dos líneas, para que no se salgan por la tangente, con la siguiente oración repetida mil veces: "No mancillarás con tus letrujas el 'Elogio del horizonte'". Con tus letrujas o con tus letrinas, tal cual.

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