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Alberto Menéndez

PP, vuelta a las andadas

Los personalismos y la mala gestión han estado tras las reiteradas crisis de los populares

El PP asturiano, desde los tiempos en que era AP, allá por los albores de la democracia, siempre se ha caracterizado por ser un partido problemático, una formación en la que las individualidades siempre se imponen al interés colectivo y, por lo tanto, proclive al cainismo. Y por si fuera poco esta falta de cohesión interna en la estructura territorial asturiana, el ansia de control de la organización por parte de relevantes dirigentes nacionales ha sido el componente añadido que faltaba para hacer del PP asturiano un partido de alto riesgo, muy dado al cisma y por ello, en ocasiones, ingobernable.

Una vez más, y ya son tres las ocasiones en las que el PP regional se rompe cuando nada trascendental hacía presagiarlo. Una y otra vez los personalismos y la mala gestión de realidades en principio no excesivamente problemáticas llevaron y llevan a los populares de la comunidad autónoma a presentarse divididos ante los ciudadanos (incluso en distintas formaciones) en unos comicios.

La actual crisis no se diferencia en mucho a las dos rupturas anteriores. En todos los casos tuvieron un protagonismo fundamental líderes nacionales. En la primera, a mediados de la década de los noventa, el entonces vicepresidente primero del Gobierno de Aznar, el asturiano Francisco Álvarez-Cascos, se enfrentó directamente al entonces jefe del Ejecutivo del Principado, Sergio Marqués, que acabó fundando una nueva organización, URAS. La siguiente, en 2011, tuvo como actores principales al presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, y al propio Álvarez-Cascos. El primero se negó a que el segundo encabezase la candidatura del PP a la Junta General del Principado y todo acabó como el rosario de la aurora, como es de sobra conocido. Ahora, la ejecutiva nacional de Pablo Casado, con el vicesecretario de Organización, Javier Maroto, como estilete, no ha sabido administrar el siempre difícil proceso de cambio de una candidatura electoral (la elegida en este caso ha sido Teresa Mallada) y ha entrado como un elefante en una cacharrería en el PP asturiano desacreditando la labor de su presidenta, Mercedes Fernández, quien en 2017 había ganado con rotundidad el congreso regional de los populares.

Faltan menos de cuatro meses para las, probablemente, elecciones más reñidas habidas en el Principado desde que hay autonomía. La cosa no va bien para el PP pero será peor, mucho peor, si Casado y Maroto deciden prescindir de Mercedes Fernández y constituir una comisión gestora en Asturias.

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