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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El poder de las miradas

Fernando de Silva, un fotógrafo sorprendente rendido a la fascinación del retrato

Nada me ata a Fernando de Silva salvo el esporádico saludo cordial, de manera que nadie puede descifrar en estas líneas el halago facilón y gratuito a un abogado gijonés del que resulta plausible su magnífica disposición para el retrato fotográfico. Llevo meses siguiendo las imágenes que Fernando cuelga en distintas paredes de Gijón y en las redes sociales y he de reconocerle un talento innato para mostrar, desde el rostro, el interior de las personas de cualquier parte del mundo que se someten al escrutinio de su cámara.

Fernando, viajero impenitente, lleva años objetivando el poder de la mirada de sus semejantes. Lo ha hecho en India, en Cuba, en Etiopía. En todos los lugares que visita es capaz de extraer luz de las emociones. Sus viajes son tan intensos, reconoce, que le cuesta, al regresar a Gijón, volver a la normalidad cotidiana. En el aparataje fotográfico vienen con él, ya para siempre, los novios de una boda hindú, ceremonia del "mangalsutra dharanam", plena de colorido; una mujer cubana ya entrada en años, que sonríe en blanco y negro asomada a su balcón en Trinidad, o un hombre que se afana con una vieja máquina de coser en un mercado de la etnia dorze, en las montañas etíopes de Chencha.

Fernando de Silva retrata miradas siempre profundas, muchas veces amables, en ocasiones enigmáticas, con la efusividad de un Jimmy Nelson o un Rehahn. Los fotografiados se asoman a la cámara y se entregan sin reparos ni miramientos, a sabiendas de que quien les aprisiona en la celda dulce de su objetivo es también un hombre de corazón limpio.

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