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Apretar, empujar, atacar

Tolerancia cero al trato indignante a la afición en los registros para acceder a las gradas de El Molinón

Diez partidos por delante para apretar, empujar y atacar. Es el panorama que tiene por delante la plantilla del Real Oviedo para tratar de lograr el gran objetivo marcado a principio de temporada, entrar en las eliminatorias directas del ascenso.

Dice el himno del equipo carbayón que "siempre gana quien más pone", pero en el desplazamiento más cercano de la temporada quien puso, y mucho, fue, como es habitual, la afición. Demasiado, porque las imágenes grabadas en vídeo a las puertas del estadio gijonés denuncian un trato indignante a aficionadas y aficionados, a quienes se obligó a quitar camisetas sin insulto alguno. No, no son delincuentes aunque por el trato que se les da tal parece. Tolerancia cero hacia ese hostigamiento exagerado, a la vista con luz y taquígrafos.

El equipo quedó bastante por detrás de la afición, arbitraje sibilino al margen. El once de Anquela empezó cómodo sobre el campo para, conforme pasaba la primera parte, acomodarse demasiado. Un despeje desacertado de Carlos Hernández, donde al parecer habría entrado el VAR de existir esta temporada, por fuera de juego previo, propició la jugada, rápida, con la que el Sporting se adelantó en una acción donde Bolaño no tuvo la picardía de la que hizo gala Peybernes en la polémica del partido.

Un rival que jugaba casi exclusivamente a balones largos se llevó demasiado botín cuando ese juego, con tres centrales, debía ser contrarrestado con mayor solvencia y menos apuros.

Cuántas veces se ha visto en el Tartiere esta temporada el juego de los primeros 45 minutos. Muchas. Ahí no hubo sorpresa. El mayor pecado, con penitencia incluida, llegó tras la reanudación. Había que alterar un guión que le venía que ni pintado al equipo de la orilla del Piles, pero se tardó demasiado en tirar a puerta y buscar las debilidades a una defensa contraria que dio la impresión de estar cogida con pinzas cuando Anquela decidió jugársela con dos delanteros arriba. En poco más de diez minutos el Real Oviedo generó más peligro e inquietud en la retaguardia rojiblanca que en los ochenta anteriores.

Si la derrota en El Molinón-Enrique Castro Quini sirve para sacar conclusiones y realizar una apuesta ofensiva más decidida, sobre todo en casa, todavía puede servir de punto de inflexión. Para los diez partidos finales de Liga, mejor dar la imagen de la reacción que hubo en el tramo final del derbi que dejar pasar el tiempo sin más.

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