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El terremoto de Gijón equivalente al bombardeo de Londres de la Segunda Guerra Mundial

Un seísmo cerca de El Musel

Según informó el IGN (Instituto Geográfico Nacional) -organismo que se ocupa de controlar la actividad sísmica de nuestro país- el pasado martes 9 de abril, a las 22,32 hora local, se produjo en la bahía gijonesa (unos dos kilómetros al oriente de El Musel) un terremoto de magnitud 2,5 y con hipocentro a una profundidad de 10 kilómetros. La escala sismológica de Richter señala que los terremotos de magnitud comprendida entre 2,0 y 2,9 "generalmente no son perceptibles" y presentan una equivalencia de la energía de 29 kg de trinitrotolueno, equivalente a la sufrida por los bombardeos, conocidos como "Blitz", a la ciudad de Londres por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Asturias se caracteriza por ser una comunidad con escasa sismicidad, aunque no está exenta de movimientos telúricos repartidos por su geografía. Las magnitudes medias se sitúan alrededor de los 3 grados, es decir son poco significativas, a excepción del acaecido en Teverga en 1950 que llegó a 4,6 lo que produjo movimiento de objetos.

El dinamismo sísmico astur se suele concentrar en el entorno de la falla de Ventaniella la cual, con una orientación NO-SE, se desarrolla desde el cañón submarino de Avilés, pasa por la ría homónima y alcanza el puerto de Ventaniella, en Ponga. Sin embargo, el temblor producido en Gijón nada tiene que ver con la citada falla y sí con otra de similar orientación que trunca las estructuras geológicas paleozoicas de rumbo NE-SO en la zona del cabo de Torres, haciéndolas desaparecer bajo el mar.

Existen algunos escritos antiguos que sacan a la luz la existencia de terremotos sentidos en la zona central de Asturias, pero que no siempre tuvieron el epicentro dentro de la región. Así, en el siglo XVI Tirso de Avilés y Hevia, natural del concejo asturiano de Las Regueras, canónigo y juez del cabildo catedralicio, es el encargado de divulgar en su libro "Armas y linajes de Asturias y antigüedades del Principado" (1580) las consecuencias sufridas en Oviedo por un tremor ocurrido en 1522, que destruyó parcialmente la seo. Lo explica en estos términos: "tembló la tierra en esta ciudad, estando aquí el Capítulo de los frailes de San Francisco". Asimismo, el temblor fue sentido "en todo este Principado e Reyno, e cayó en este terremoto mucha parte del monasterio de San Francisco de Avilés, que es de la Orden de San Francisco".

En los inicios del siglo pasado el médico Felipe Portolá Puyós escribió en 1918 la "Topografía Médica del concejo de Gijón" y en ella recoge varios fenómenos sísmicos sentidos en el casco urbano: "en 1755 se sintió un fuerte terremoto que desvió de su curso el agua que surtía la fuente de la Barquera, y el 8 de marzo de 1897 se sintió otro fuerte temblor de tierra en toda la zona de Bibio, La Guía y Somió". El citado en primer lugar corresponde al devastador terremoto de Lisboa (alcanzó en grado 9) acaecido el 1 de noviembre de 1755 y cuyos efectos se percibieron en Asturias. En los registros históricos oficiales figuran dos terremotos con epicentro en Gijón: uno el 12 de noviembre de 1843 y el de marzo de 1897, este si coincide con el que menciona Portolá.

Además, otros terremotos con foco foráneo fueron sentidos en Gijón. Uno de ellos causó cierta alarma en la población, pues algunos ciudadanos abandonaron sus viviendas, y fue debido a un seísmo ocurrido el 28 de febrero de 1969 cerca del cabo de San Vicente (Portugal), alcanzando la magnitud 7,3.

Otro importante, pero más próximo, sucedió el 22 de mayo de 1997, con una intensidad 5 y epicentro en el sureste de la vecina provincia de Lugo, que se convirtió en el mayor sufrido en el noroeste de España. Tuvo lugar en el "triángulo sísmico" que dibujan las localidades lucenses de Sarriá, Becerreá y Triacastela, manifestándose en los días siguientes más de medio millar de réplicas. El temblor fue detectado en Gijón, tanto en la zona urbana como en el área rural; las centralitas de emergencia (Protección Civil, policía, bomberos) y de alguna emisora de radio estuvieron colapsadas durante unas dos horas. Tal como recogieron los medios de comunicación, muchos ciudadanos despertaron con la trepidación e incluso hubo vecinos que llegaron a salir precipitadamente a la calle presos del miedo.

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