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Las centrales térmicas de carbón deben cerrar ya

La posibilidad de detener el cambio climático gracias a los avances en tecnologías limpias

El carbón comenzó a utilizarse como combustible hace unos 3.000 años y posteriormente permitió el despegue de la Revolución Industrial al usarse en la máquina de vapor. A finales del siglo XIX se empezaron a emplear el petróleo y el gas como fuentes energéticas. En los setenta del siglo XX se comienzan a usar las energías renovables y al final de la Segunda Guerra Mundial se comenzó a desarrollar la energía nuclear. Actualmente están cayendo el uso del carbón y del petróleo y creciendo el del gas y el de las energías renovables.

Desde hace 100 años la temperatura de la tierra ha subido 1,5 grados centígrados (puede parecer poco pero no es así) haciendo que el agua del mar haya subido un promedio de 15 a 20 centímetros. La subida del nivel del mar desde comienzos del siglo XX se debe al incremento de la temperatura de su agua y al derretimiento de los glaciares, ambos debidos al efecto invernadero. Varios estudios pronostican que en 2100 el nivel del mar subirá entre 15 y 95 centímetros, lo que podría ser catastrófico. Si se deshelasen los dos polos el mar subiría unos 65,8 metros generando una catástrofe irreversible. El calentamiento global está generado principalmente por el uso de combustibles fósiles, mayormente carbón y petróleo y tiene múltiples efectos adversos, tales como grandes incendios en California, crecimiento de desiertos como el del Sáhara, grandes tornados y ciclones o tifones, disminución de cosechas en amplias zonas, destrucción de corales, etc. Además la combustión, principalmente de petróleo y carbón, es la principal responsable de millones de muertes prematuras de personas al año por contaminación atmosférica. De todas las fuentes energéticas el carbón es la más contaminante del aire.

Según IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) de la ONU, formado por científicos climáticos, en su 5º informe de 2014 es extremadamente posible que el calentamiento global sea debido al hombre con un nivel de confianza del 95%.

Según Jeffrey D. Sachs, investigador de la Universidad de Columbia y director de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la ONU, por fin es posible la solución al cambio climático generado por el hombre. Gracias a los avances en tecnología de generación limpia de energía y al consumo de alimentos sostenibles existe la posibilidad realista de poner fin a las emisiones de efecto invernadero a mediados de este siglo con un coste muy pequeño o nulo y con indiscutibles beneficios para la seguridad y la salud.

Es indispensable pasar del actual sistema de quemar carbón y petróleo a otro descarbonizado de energías limpias como la solar y la eólica y a su vez cambiar buena parte de la alimentación basada en carne por otra más centrada en productos de origen vegetal. El calentamiento global ya ha alcanzado 1,1 grados por encima de la temperatura preindustrial y sigue aumentando en torno a 0,2 grados por década, por lo que es necesario revertir esta situación.

El enorme abaratamiento de las energías solar y eólica y los avances en almacenamiento de ambas permiten actualmente adoptar energía barata y limpia en todo el mundo. Es preciso lograr un aumento masivo de generación de energía a partir de fuentes renovables.

En Asturias se ha abierto un debate en diversos sectores, incluyendo al gobierno regional, sobre la conveniencia o no de cerrar las centrales térmicas de carbón. Quienes defienden su continuidad y una reducción lenta de las mismas llevada a cabo durante un largo periodo de tiempo lo hacen a partir de la consideración de que su cierre brusco destruiría muchos puestos de trabajo. Este argumento es una visión no a corto plazo sino a muy corto plazo y además es falaz. LA NUEVA ESPAÑA del pasado 8 de mayo titulaba: "el sector de las energías renovables ya da empleo a 5.400 personas en la región". La transacción energética hacia energías renovables creará más puestos de trabajo que los que se destruirán con el cierre de la industria de combustibles fósiles. Los gobiernos deben exigir que todas las nuevas instalaciones de generación de energía sean descarbonizadas.

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