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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Carreteras (y Xovellanos)

Algunas infraestructuras tienen años y años de deficiencias acumuladas

En LA NUEVA ESPAÑA aparecen casi a diario informaciones sobre las carreteras asturianas. Naturalmente, en estos dos meses de lluvias continuadas la mayoría de las noticias corresponden a argayos (fanas) que cortan las vías o las llevan por delante, dejando incluso, en algunos casos, poblaciones incomunicadas.

Pero en otras ocasiones la información constituye un reportaje sobre los problemas estructurales y permanentes de las vías asturianas. La falta de conservación de las mismas aparece como cuestión destacada, lo que saben miles de asturianos que, a lo largo de años, han de convivir con baches o rebacheados de cuatro perras que pronto vuelven a quedar como estaban. Esa falta de conservación no afecta solo al firme, se manifiesta también en los bordes de las plataformas: en cunetas que no desaguan, sebes que no se limpian (a veces llegamos a comienzos de agosto y los matos y escayos comen la carretera). También en la señalización horizontal. Todo ello conlleva incomodidades y riesgos.

Algunas carreteras llegan a alcanzar el Olimpo de la eternidad asturiana, como la Zalia o el tren por el Huerna. Así, por ejemplo, la carretera L'Infiestu-Campu Casu lleva diez años de retraso en su arreglo, pero, si la memoria no me engaña, esa carretera ha estado mal reparada desde hace décadas.

Las plantillas de conservación del Principado no dan abasto, las inversiones son escasísimas. Bien es cierto que nuestro territorio tiene una alta densidad viaria, que su trazado es en muchos casos difícil y estrecho, que el clima las destroza. No menos cierto que todo ello cuesta mucho y que les perres son exigües, pero?

¿Qué diría de esta situación Xovellanos, el que impulsó la carretera Carbonera y la del Payares, para promover el comercio y la riqueza de Asturies? Xovellanos, al que llamó su hermana, la poetisa, "aquel home tan facedor de caminos que per toes partes pasen un carru y dos armentíos?".

Ya ven.

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