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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Estados de ánimo

El pesimismo ciudadano por la gestión de sus políticos

Si la política consiste en hacerse cargo del estado de ánimo de la gente, en este momento y en este país los políticos deberían acudir a clases de un máster de Psiquiatría. Sentar a España en el diván se antoja una necesidad evidente: el decaimiento y la melancolía generalizada no se curan con la administración urgente de ansiolíticos.

Los mensajes que llegan a la población, al hombre medio, al votante, desde el escenario político, ese tablero de ajedrez donde en este momento se mueven piezas en jugadas estratégicas para garantizar la gobernabilidad, no ayudan al optimismo. Muchos ciudadanos no entienden que se esté jugando a los dados la túnica de la nación, descomponiéndola en retales de complicada recompostura. Asume esa mayoría con intranquilidad que el futuro de este país pueda estar en manos de la suerte de un encarcelado o de un rufián de hábitos malandrines e insensatez tuitera al que se está elevando, miserablemente, a la categoría de hombre de Estado.

La percepción regional no escapa a ese estado de ánimo pesimista y así lo reflejan recientes titulares del periódico. Asturias pierde peso político, si alguna vez lo tuvo, en un momento en que hay más asturianos -o mejor, asturianas- en el entorno más próximo al poder omnímodo. La eliminación de peajes de autopistas en otras regiones mientras aquí elevan su precio, o la constatación de que el trato a las empresas electrointensivas es más favorable en otros territorios que en el nuestro certifican el dictamen de la enfermedad. Tan es así que más que diputados y senadores vamos a necesitar sanadores.

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