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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El panteón de la izquierda

En el panteón de la izquierda bien avenida, dos ídolos laicos comparten peana, como Cosme y Damián, como Justo y Pastor. Pedro y Pablo, que se las tuvieron tiesas en la esgrima dialéctica, han cambiado el puño férreo con herradura dentro por el tratamiento británico y el guante de seda.

Pablo, que pretendió tomar el cielo por asalto después de evitar unos cuantos desahucios en barriadas populares de extrarradio, no consiguió aval de San Pedro (no el recién investido sino el portero del inmueble celestial con alquiler de piso antiguo) más que para la entrada de la hipoteca del chalé de Galapagar. Que de la mano de sus peores resultados electorales acuda de convidado de lujo, con voz y voto, a los maitines gubernamentales es uno de los misterios insondables que habrá que descifrar en "Cuarto Milenio".

Pedro, que por asalto tomó el Gobierno de Rajoy, el silabeante que andaba en esos días infaustos transmutando el agua en Macallan, no será santo de la devoción de media España, pero no se le pueden negar habilidades milagreras. Si la legislatura dura más de tres telediarios, habrá que elevarlo a los altares a la altura del arcángel Chamuel, San Expedito o el Santo Niño del Cacahuatito, por cuya intercesión brota agua bendita donde había fango y cieno. Ora pro nobis.

Hay tanto culto a la personalidad hacia ambos personajes en sus respectivas filas, tanta hagiografía redactada a vuela pluma por conmilitones que esta unión de hecho no la separa ni dios. Lo que ha unido la derecha y su extrema que no lo separe el "Boletín Oficial del Estado".

Querubines, ahora se quieren como dos hermanos. Como Caín y Abel, ya que estamos bíblicos.

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