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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Tribunicio Paco Prendes

De aquel nefasto enero del pasado año que llenó esta ciudad de luto inesperado, presta hoy mentar la figura de Paco Prendes Quirós, personaje simpar y buen amigo, sabiduría enciclopédica de Gijón, su ciudad, con quien tanto quería. Le recuerdo patricio, con el pañuelo anudado al cuello a modo de corbata, paseando al fiel "Colás" de amanecida bajo los soportales de Marqués de San Esteban al paso de Chema Allongo, hablando de lo humano, de lo demasiado humano, puesto que lo divino le traía en general al fresco. Tanto que amenazó con dejar de comprar LA NUEVA ESPAÑA de los jueves por no toparse con el suplemento episcopal y la carta semanal del Obispo.

Hago memoria y sonrío al recuerdo de su saludo, a la vuelta de cualquier calleja del centro, declinando en vocativo: "Oh, don Paco hermoso", me decía ya a escasos metros de distancia, abriendo los brazos y con tal sonoridad tribunicia que sorprendía a los viandantes. Y cómo olvidar las comidas trimestrales en el Baizán, a seis manos y tres copas, con Julio Puente, otro senador de la palabra escrita, otro maestro para este alumno poco aventajado que desconocía tanto sucedido de ese Gijón que se iba, que se fue apagando, como el hálito de ambos personajes ciertamente irrepetibles. Prendes encargaba tortilla de merluza y bendecía el vino con agua para evitar los rigores punzantes del ataque de gota, y Puente se relamía con un requesón "que no tenga azúcar", requería a Flor, que asentía con una sonrisa desde la atalaya cercana de los fogones.

Dicen que Paco Prendes dejó escrita media novela ambientada en el Gijón del siglo XIX. Me hubiera encantado llevarla de su brazo a galeradas.

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