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¡Lolo, toca otro botón!

La dificultad de cumplir las promesas a los nietos

Si prometes algo a un nieto, cúmplelo, aunque sea lo último que hagas. Yo le prometí a la mía que veríamos la peli de Aladino en nuestro flamante Smart TV. Reconozcamos que la edad del hombre y la mujer se cuantifica y cualifica por sus aptitudes, y una de ellas, desafiante a más no poder, es el manejo del mando a distancia a la hora de dar con una peli en una de las cuantiosas plataformas digitales que salvajemente invaden nuestro tradicional espacio televiso. Nos sentamos, nieta y abuelo como dos campeones. Saqué el arma a distancia, di al botón con el logo de una casita y aparecieron en fila india en la pantalla todas las plataformas del mundo mundial. La primera cata la hice en Neflix. Después de rastrear arriba y abajo, a derecha e izquierda, todas las series y películas, perfil infantil, de papá, de mamá y de abuelos, Aladino se nos escabullía con su camello entre las dunas. ¡Lolo, jolín! Primer aviso. Tranqui, que éste aparece. Di un saltó a Prime Video. De esta jaula no te escapas, bribón. Pues me equivoqué, se escapó. Creo que lo vi en una esquina, fui hacia él, toma, ¡clic!, y error: actualizar PIN. Operación a la que uno debe enfrentarse con humor desenvuelto, pertrechado de móvil y ordenador. Combinando estos instrumentos con tino e intuición, en media hora o tres cuartos actualizas tu PIN. Cuando volví a la esquina donde se guarecía mi personaje, ni rastro, Aladino había despegado de su esquina en su alfombra mágica y sobrevolaba el desierto de Arabia. Pero, Lolo, ¿qué haces? Segundo aviso. Un gin tonic sirve de relax. Movistar no me fallará. Confieso que un dolor de cabeza y una sensación de mareo me restaba concentración para continuar tras la busca y captura de Aladino. En esto, el milagro, aparece Aladdín, abajo y a la derecha. Radiante y gratis. ¡Clic! Saltamos de alegría. Yo, al menos. La nieta no. ¡No, Lolo, esto son dibujos animados, quiero la peli donde los personajes son de verdad! Tercer aviso con pucheros. Lolo no se rinde tan fácilmente. Nos queda siempre Google Play Movies. Animé a mi desconsolada nieta. La noche se colaba por la ventana. Después de hacerme socio: email y contraseña, conseguir PIN y dar número de tarjeta de crédito, al fin, nos topamos con un Aladino de carne y hueso. Lo primero, a pagar. Cinco euros de nada. La alegría volvió al rostro de mi nieta, lo mismo que la confianza en mí mismo que recién se había largado vía retrete. Elige forma de pago. Clic en tarjeta crédito. Clic en Visa. E insiste mi Smart TV: elige forma de pago. Clic en tarjeta. Clic en Visa. Y vuelta la burra al trigo. Me rendí, solté el mando encima del sofá. Ella lo miró compungida, había perdido la esperanza de ver Aladino y la fe en un abuelo que lo sabía todo. Entre suspiro y suspiro, medio dormida, musitaba: "Lolo, toca otro botón".

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