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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Sálvese quien pueda

Lo que pasa cuando los problemas globales desaparecen de las agendas nacionales

Los problemas globales no encuentran acomodo en las agendas nacionales. Esta evidencia pone sobre el tapete uno de los dramas -no uno más, sino de los más relevantes- que ha dejado al desnudo la expansión del coronavirus. Ocurre incluso dentro de las fronteras nacionales, en sistemas políticos y administrativos como el nuestro, donde el mando único es cuestionado por las comunidades autónomas, algunas de las cuales tratan de obtener tajada separatista del caos sanitario.

Enfermos franceses e italianos están siendo trasladados en aviones medicalizados a hospitales alemanes. En España, los reyezuelos de taifas miran para otro lado a la vista del sufrimiento del vecino, aun a sabiendas de que comunidades cercanas se encuentran con las UCI al borde del colapso. El cierre de fronteras siempre es menos nefasto que echar el candado al razonable discernimiento y al sentido común. La cancela cerebral en la época más global conducirá sin remedio a la desglobalización, a un modelo insolidario de autarquía.

Lo que está pasando en la Europa de las dos velocidades es sintomático. Lo vemos también en el recelo con que Estados Unidos mira hacia China. Incluso en la competencia de cada país en buscar el remedio médico a la epidemia. ¿No sería más efectiva una estrategia común para obtener cuanto antes la necesaria vacuna? Esta crisis nos está retrotrayendo varios siglos atrás: nos ha vuelto medievales, una época de plagas en la que compartir el saber era crearse enemigos. Volvemos a toda prisa al sálvese quien pueda.

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