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Javier Cuervo

Solo En Casa

Javier Cuervo

Paulino está bien y Gerardo ahí va

El emprendedor y masón lee en Salinas y el ex secretario general del PCE hace lentejas en La Bolgachina

El encierro propicia telefonear a personas con las que no se habla frecuentemente.

A las 12.44 Paulino Lorences está leyendo en la terraza de su casa en el centro de Salinas. El de Malleza, que tiene la voz abacial y campanuda, fue trabajador cultural en París, concejal socialista y hostelero en Salas.

-Soy un poco Asperger, así que desconecto fácil y me viene bien para el confinamiento. Tengo 61 años y con la edad el síndrome se atenúa o nos adaptamos. Hablo con los amigos. Jamás hablamos tanto por teléfono. Tengo a mi pareja, limeño, en Lima. Es importador-exportador y le cogió allí. Los hombres salgan los lunes, las mujeres los martes y así... y tienen toque de queda.

Francmasón, echa de menos las dos reuniones mensuales de la logia.

-El coronavirus nos va a afectar. No podremos abrazarnos ni besarnos, algo que hacemos todo el día. En un hermanamiento con una logia de Bayona (Francia) los veintipico de aquí fuimos recibidos por los 150 de allí y eso implicaba dar tres besos a cada uno. Nacho, un joven muy simpático que llevaba poco tiempo, me comentó: "Esto parez Chueca. Nunca di tantos besos a tantos tíos".

Han hecho un grupo de Whatsapp y un neumólogo les da esperanza y otros sanitarios les informan.

Salinas tiene 4.000 habitantes en invierno y más de 20.000 en verano. En la torre azul de Paulino solo están 8 de los 50 vecinos y no ha venido nadie para Semana Santa.

-En el aparcamiento solo hay un coche, el de todos los días. Con la pandemia, las terrazas se van a revalorizar.

Lorences es obeso.

-No me ha dado por comer, pero sí por cocinar. Tengo el congelador saturado. Intento no engordar.

Pero no puede hacer los seis kilómetros diarios que le prescribió su nutricionista.

-Se nota que voy más lento cuando hago el camino del súper. Pero lo de los 5.000 pasos de pasillos me parece la antesala de ingresar en la clínica Quirós.

Gerardo Iglesias está preparando unas lentejas a las 13.32. Tiene la voz queda, de no hablar y del dolor crónico que le ha quedado después de las cinco operaciones de espalda...

-Que cada una me fue jodiendo un poco más. Resistiré hasta donde sea necesario. Controlo el dolor apretando los güevos, uno contra otro...

El que fue secretario general del Partido Comunista desde 1982 a 1988 y coordinador general de Izquierda Unida hasta 1989 vive en un piso en La Bolgachina (Oviedo). Tiene 74 años. Está solo.

-Ya estuve confinado cinco años. Aquello era peor, sobre todo cuando te metían en una celda de castigo y te pasaban una colchoneta, de noche, para dormir en el suelo.

Se refiere a los años que fue preso político en distintas cárceles durante el franquismo.

-A los 12 años dejé la escuela para entrar en la construcción y en la cárcel conocí a los compañeros que me dieron una formación y me encauzaron a la política y a la lectura. Estoy con un libro de los republicanos españoles en el exilio, pero leo de todo. Y hago las lentejas y friego los platos y paso la aspiradora para tener la casa limpia. Más el tiempo de asearme, que forma parte del equilibrio personal. Salgo una vez a la semana a la compra.

No pasa miedo.

-No soy aprensivo. Me preocupo por lo que tenemos encima de la mesa, un contagio mucho mayor que las cifras que nos ofrecen; la cantidad de muertos es un horror y, más allá, a ver qué pasa. Habrá que poner fin a este sistema liberal salvaje en contradicción con la vida en este planeta, a esta economía desregulada, esas prácticas bancarias de especulación, no productivas.

¿Y España?

-El gobierno hace lo que puede y no del todo mal; no quiero imaginar a Casado gestionando esta crisis. Habrá que pedir cuentas al PP de una sanidad que sufrió recorte de plantillas y de financiación y privatización. Ya he dado más opiniones de las que quería. Tengo que seguir con las lentejas.

Queda uno mejor después de hablar con gente.

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