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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

De lo que vale un peine

Prohibido ir al peluquero a mantener "conversaciones no imprescindibles"

A mi peluquero, que habla por los codos hasta con mascarilla, le quieren las autoridades autonómicas rapar las parrafadas al cero. O al uno como mucho y a navaja. Así ordena uno de los puntos de la guía editada esta semana por el Principado que marca las medidas en materia de seguridad y prevención de riesgos a que obliga la batalla contra el coronavirus, que no se corta un pelo.

"Evitar las conversaciones no imprescindibles", señala en uno de sus apartados el citado documento, cuyo redactor puede que se haya pasado un pelín. O sea, que mi peluquero, que no tiene pelos en la lengua, no va a poder hacerme, como acostumbra, el resumen de la crónica del partido del Sporting ni meterle tijera a Fernández. ¿No será que lo que quieren los que mandan es que estos profesionales de la imagen sustituyan el lavado de cabeza por el de cerebro? A ver: a la peluquería vamos la mayoría a criticar al Gobierno, que tiene por costumbre tomarnos el pelo. Con la excusa de atusar la melena o acondicionar el retejado, acudimos al peluquero a pasar revista a la actualidad, a no dejar títere con cabellera. ¿Esas son las conversaciones prescindibles que pretenden censurar? En boca cerrada no entran virus, pero de boca cerrada tampoco salen comentarios irónicos ni ideas cítricas.

Dudo mucho que los peluqueros acaten la norma. Lo que tienen que hacer los que gobiernan es resolver la sanidad, la educación y la economía maltrechas. Y si lo logran, que para eso cobran, pelillos a la mar. De lo contrario se van a enterar de lo que vale un peine.

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