La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, decidió semanas atrás rebajar su sueldo un veinte por ciento durante seis meses y donar esa cantidad a la lucha contra el coronavirus. Todo su Gobierno respaldó la medida. "Es la decisión correcta (...), es un reconocimiento de que cada persona y organización tiene su rol en la lucha común contra el coronavirus para salvar vidas", manifestó Ardern en las redes sociales, donde cuenta con más de un millón de seguidores en un país que supera los cinco millones de habitantes.
Nueva Zelanda es uno de los países que mejor ha vadeado la tormenta vírica. Se confinó muy pronto, cuando apenas había contagios. El país asumió con entereza los sacrificios, de la mano de una mandataria empática y con un gran poder de seducción por medio de la palabra.
Jacinda es una notable comunicadora. Cuando anunció que el país se adentraría en el nivel más elevado de restricciones, pidió a los ciudadanos que se apoyaran mutuamente. "Váyase a casa esta noche y compruebe cómo están sus vecinos. Inicie una cadena telefónica con su calle. Planeen cómo se mantendrán en contacto unos con otros. Saldremos de esto juntos, pero solo si nos mantenemos unidos".
Miembro del Partido Laborista, de tendencia progresista, gobierna en coalición con Los Verdes y el centroderecha. Responde a las preguntas de sus administrados a través de Facebook, sin preguntas pactadas ni intermediarios. Jamás usa un lenguaje bélico al referirse a la pandemia. Cuando su país sufrió en 2019 un terrible ataque terrorista contra dos mezquitas, con el resultado de cincuenta muertos, se ganó al mundo con una sola frase: "Somos uno, ellos somos nosotros".
