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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

El médico y el filósofo

¿Qué fue de Tino Blanco, el flamante secretario general de Sanidad, número dos del Ministerio con galones de generalato en la lucha contra el coronavirus, médico en una cartera que lleva colgada del hombro un filósofo? ¿No les parece extraño que el asturiano de mayor rango en el escalafón gubernamental sanchista tras la marcha de María Luisa Carcedo no aparezca ni comparezca en medio de una monumental crisis sanitaria que exige conocimiento científico al mando? Habrá que esperar, para conocer las causas que han llevado al confinamiento del sanitario gijonés, a que vuelva a ser traslúcido el portal de transparencia...

Manteniendo a un filósofo al frente del timón en el océano proceloso de la pandemia, el presidente del Gobierno optó claramente por una máxima de éxito en las librerías: más Platón y menos Prozac. Si convenimos en la utilidad de la filosofía como conjunto de saberes para la sanación de las patologías sociales, podríamos dar válido pulpo como animal de compañía. Pero lo que requiere la situación de alarma excepcional es un experto sanador de enfermedades, no un animoso terapeuta del alma. Illa podrá preguntarse quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, pero difícilmente convencerá a la población con su discurso monocorde de puntualidad kantiana.

Será por un suerte extraña de síndrome de Estocolmo que nos lleva a sentir afecto por el responsable de nuestro secuestro domiciliario, pero cada día que pasa y cuantas más tortas recibe el muñeco del pimpampún, el payaso de las bofetadas del Ministerio de Sanidad, más compasión siento por Fernando Simón. Como que me se me está llenando el corazón de un amor platónico por el doliente doctorcito.

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