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Javier Cuervo

UN MILLÓN

Javier Cuervo

Efectos secundarios

Hay nuevos medicamentos que cuestan dos millones de dólares. ¿Los tiene? Se cura. ¿No los tiene? Le atenderemos gustosamente de sus enfermedades más baratas. David Castro y Martí Fradera cuentan el caso de Zolgensma, la inyección que se ofrece como cura de la atrofia muscular espinal, una mutación genética que destroza las neuronas motoras. A la novedad del fármaco se añade la de su valoración, que ya no es cuánto costó descubrirlo, sino cuánto estás dispuesto a pagar por él, un clásico para el abuso en monopolio o escasez. Novartis sorteó 100 dosis gratis en el mundo en una operación alegre y desprejuiciada de fijación de precio de un bien de primera necesidad para enfermos, que puede valer 2 millones o nada.

Como noticia, Zolgensma produce efectos secundarios en forma de palpitaciones en población sana. Lo que es interesante como argumento con dilema moral para una serie televisiva de futuro distópico -tan pertinentes en esta confluencia de neoliberalismo y nuevas tecnologías que dinamitan toda certidumbre- es inaceptable en la realidad.

Este malestar no hallará alivio expresándose en voz alta porque expertos muy formados defienden desde medios de comunicación muy potentes que gracias a este sistema se financian nuevas investigaciones que crean nuevos fármacos que curan enfermedades, que es legítimo que científicos e inversores se enriquezcan y que, en una sociedad de individuos luchadores, hay formas para lograr esos medicamentos exigiéndolo a los estados, recurriendo al crowdfunding, endeudándose quien pueda... Las dosis de beneficio no se cuestionan. Para el estrés tenemos remedios más baratos y los cubre la Seguridad Social.

Mientras aguante.

Hay medicamentos que valen más de dos millones de dólares y cuyo precio se fija por el criterio de cuánto está dispuesto a pagar.

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