La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

BILLETE DE VUELTA

Francisco García

Tregua de Estado

Funeral por las víctimas del covid-19 mediante el rito aconfesional

En la plaza de la Armería de Madrid, los partidos políticos firmaron durante casi una hora una tregua, dejaron los obuses a recaudo del armero en los sótanos de sus sedes y rindieron respetuoso homenaje a los caídos en la batalla contra el coronavirus, víctimas mortales en la guerra silenciosa que ha segado en este país una cantidad innumerable de vida, en el sentido de que aún no sabemos con certeza cuántas han sido y siguen siendo.

Fue una ceremonia aconfesional, sin mitras en el estrado, sin avemarías ni padrenuestros, a pesar de que la mayoría de las víctimas serían sin duda creyentes, en el modo que se cree en este país, no presencial, pero sí en el abrazo de una fe atávica que inevitablemente se va perdiendo. Aconfesional, que no laica, pues hubo en estos funerales de Estado representantes de distintos credos. El sumo sacerdote fue el Rey, como corresponde al mandato constitucional: no hubo cardenales ni tedéum.

En la plaza de Armas del Palacio Real cupo el Estado entero, con relevante presencia de instituciones europeas. Todos los presidentes autonómicos participaron en la celebración porque se rendía recuerdo a fallecidos de la España toda. El luto hizo iguales a los reyes de taifas y la política se tuvo que quedar a las puertas de palacio: no pasó el control termométrico, pues es bien sabido que el calentón parlamentario de este país supera en la actualidad los cuarenta grados en la escala de Celsius.

Solo Vox se ausentó de una ceremonia ya hace tiempo necesaria, desvestida de fogueo dialéctico, charreteras y sotanas. Sorprendente error táctico de Abascal, además de grosero.

Compartir el artículo

stats