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Fernando Monreal

Fernando Monreal

Doctor en Medicina y Cirugía

Urraca, la primera reina de Castilla y León

Una conversación imaginaria sobre la vida de la hija de Alfonso VI y Constanza de Borgoña

-Majestad, usted llegó a ser la primera reina de Castilla y León; ¿cómo sucedió este hecho?

-Así es. Yo era hija de Constanza de Borgoña y Alfonso VI (quien realizó la reconquista de Toledo en 1085). Mi padre tuvo otro hijo, Sancho, nacido de su relación con la concubina mora, la princesa Zaida, hija del rey Almutamid de Sevilla. Mi hermanastro tenía que haber sido el sucesor de mi padre, es decir, el futuro rey, pero sucedió un imprevisto muy desagradable y del todo lamentable.

-¿Ah, sí?, ¿cuál fue?

-¿Ha oído hablar, alguna vez, de la batalla de Uclés?

-Sí, majestad, pero qué tiene que ver usted con este episodio bélico?

-En esa batalla, las tropas almorávides?

-¿Se refiere a los monjes-soldado?

-Justamente a esos; pero déjeme continuar, si es usted tan amable. Como le decía, los almorávides eran esos fanáticos que venían del norte de África y que vencieron al ejército cristiano comandado por mi hermanastro Sancho, que, por aquel entonces sólo tenía quince años de edad. Mi padre se hallaba herido, y por eso no pudo acudir él en primera persona; así que envió al pobre Sancho en su lugar. Junto a mi hermanastro luchaban siete condes. Todos perdieron su vida por defenderlo. ¿Sabe? Hicieron un círculo a su alrededor, pero esta demostración de lealtad y valentía fue insuficiente: uno a uno fueron cayendo todos. ¡Qué lástima la pérdida de tanto valiente!

-Por lo tanto, usted se convirtió en la primera en la línea sucesoria tras este funesto suceso, ¿no es así?

-Efectivamente. Y, a la muerte de mi padre, acaecida en 1109, un año después de esta batalla cuyo nombre nunca olvidaré, fui nombrada reina de Castilla y León. Justo antes del fallecimiento de mi padre, éste me casó en segundas nupcias con el rey de Aragón, Alfonso, apodado "El Batallador", en el castillo de Monzón de Campos, en Palencia.

-Pero este matrimonio creo que no fue exitoso, ¿no es así?

-El matrimonio con el aragonés fue un rotundo desastre: era un misógino, un bruto y me maltrató en varias ocasiones, por lo que solicité la anulación papal. Esgrimí, además, razones de parentesco, pues éramos primos segundos? Yo, por entonces, tenía ya dos hijos de mi difunto esposo, Raimundo de Borgoña: Sancha, que nunca se casó, y Alfonso, quien me sucedería en el reinado. El Papa oyó mis alegatos y me concedió la anulación del matrimonio.

-Y ya no se volvió a casar?

-No. Ya tuve suficiente. Fueron dos matrimonios concertados, sin amor; pero así era la costumbre en aquel tiempo, contra la que una mujer, aunque fuera la futura reina, nada podía hacer. En mi caso fue la voluntad de mi padre y de sus consejeros. Así que, a partir de la anulación de mi segundo matrimonio me dediqué a reinar en solitario.

-¿Pero, ya no se volvió a enamorar?

-¿Enamorar, dice? Sí, la verdad es que tuve algún que otro amor, pero, de quien de verdad estuve enamorada fue del conde Pedro González de Lara.

-¿Quien fuera el alférez abanderado de su padre, el rey Alfonso VI?

-Veo, caballero, que está usted bien informado. Sí, ese era. Don Pedro fue mi amigo, mi confidente, mi compañero y también mi amante; no me avergüenza decirlo. Es más, tuvimos dos hijos: Elvira y Fernando. Fuimos felices, a nuestra manera, obligados a mantener las formas que nos obligaba el protocolo.

-Las malas lenguas dicen que usted falleció en Saldaña mientras daba a luz a un tercer hijo, ¿es cierto?

-Ay, caballero?, me va a permitir que me retire a mis aposentos. Me encuentro cansada. Si le parece continuamos otro día con este tema.

-No tiene que disculparse, majestad. Ha sido todo un honor hablar con la primera reina de Castilla y León.

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