Rosalía: "Tal vez habría menos cicatrices íntimas en el mundo si nos implantaran al nacer un radar que detectara los daños que causamos en otras personas sin darnos cuenta. Hay gente con la que no funcionaría, claro, porque no se quieren perder el uso y disfrute de comportamientos que hieren, y uno de los placeres de hacerlo es, precisamente, ser conscientes de la herida abierta, incluso a veces para arrojar sal sobre ella. Pero ese tipo de seres inhumanos no tiene remedio y lo único que hay que hacer cuando te encuentras con uno y lo descubres (puede llevar su tiempo, hay auténticos maestros en el innoble arte del engaño) es esquivarlo. Nunca darle la espalda, por si acaso.
Si digo todo esto no es porque tenga una conciencia muy cargada de remordimientos basados en la certeza sino porque quiero creer que el desconocimiento del daño que causaba es una eximente digna de tener en cuenta. Es imposible saber cuándo te comportaste de forma errónea con alguien si ese alguien no te lo hace saber de alguna manera, pero a poco que tengas un mínimo de lucidez y autocrítica puedes sospechar, o saber sin asomo de dudas, en qué momento te dejaste llevar por el egoísmo, la indiferencia o el desdén, o cuándo dejaste a alguien en la estacada a sabiendas de que podías haber salido en su ayuda, o cuándo zarandeaste los sentimientos ajenos sin pararte a pensar en las consecuencias que tus actos podían desencadenar, ya sea por acción o por omisión. Y es válido y necesario pedir perdón si tienes pruebas suficientes de que hiciste algo equivocado, aunque fuera sin darte cuenta, pero las palabras de poco sirven cuando antes hubo hechos envenenados. Yo misma guardo para mí heridas a sabiendas de que quien las produjo ignora su existencia aunque lleve veinte años casado conmigo".
