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Más seducción y menos enfrentamiento

La necesidad de erradicar el frentismo y el sectarismo de la política española

La televisiva Carmen Lomana, fiel al veraneo llanisco en Celoriu durante décadas, asegura en Twitter: "Tendremos que lanzarnos a defender Madrid como el 2 de Mayo" y que el Gobierno de España ha decretado el confinamiento "porque a los señoritos no se les lleva la contraria".

El juez Manuel García Castellón ha denunciado ante la policía una campaña de supuesto "desprestigio personal e intimidación" en su contra, desatada justo después de elevar una exposición razonada al Tribunal Supremo para investigar al Vicepresidente, Pablo Iglesias.

Dos noticias diferentes, con personas muy distintas. Pero con un origen común: el frentismo actual de la política española y su consecuencia: el sectarismo.

Ayuso, Presidenta de Madrid, sigue empeñada en la economía antes que la salud. Los bolsillos saludables por delante del padecimiento de los contagiados (actuales o futuros). Y todo el PP de Casado arropándola a pesar de su ineficaz gestión de la pandemia. Vox, desde la calle Nuñez de Balboa, agita la confrontación: El 2 de Mayo de Carmen Lomana. Buen caldo de cultivo para su escalada electoral.

Y mientras la Presidenta Ayuso no para de hacer declaraciones que suenan al "no tengo nada que decir, pero quiero decirlo igualmente", de la película de Fellini "8 1/2", el Presidente Feijóo envía al Presidente Sánchez una propuesta de reforma de la ley de salud pública para acabar con la inseguridad jurídica de los confinamientos. El PP español tiene un líder que no acaba de dar la talla y a la vez cuenta con dirigentes que parecen tenerla.

La llegada de Unidas Podemos a la política española supuso el resurgimiento del tribunal de la Inquisición. Sus dirigentes extendieron sospechas de ilegalidades entre sus adversarios, a troche y moche. Con fundamento o sin ninguno. Socialistas y ugetistas asturianos, entre otros, lo sufrieron en sus carnes. Muchos tuvieron que afrontar procesos judiciales. Bastantes quedaron en nada.

Considerando, que dicha estrategia no producía un suficiente desgaste electoral a sus rivales, sumaron a ella tácticas frentistas. República contra monarquía o lo que es lo mismo, ruptura constitucional contra el régimen del 78. Todo ello disfrazado con disputas entre derecha e izquierda. "Con Ciudadanos No", es su lema más célebre. Intentan desbordar a la cúpula del PSOE inyectando izquierdismo radical en sus bases.

Y están logrando, en parte, sus objetivos. Los errores de otros les ayudan. El PP y Vox entran al juego. El primero por ignorancia. El segundo por interés.

Esa dinámica de bandos irreconciliables tiene también efectos no deseados. Pablo Iglesias Turrión, afronta una investigación judicial, después de promover otras muchas. Respetar los procedimientos y los tiempos de la justicia es lo que toca. Las campañas de presión sobre el magistrado García Castellón, que igual pide investigarlo a él, que imputar al ministro Fernández Díaz, lo más desaconsejable.

Los líderes políticos españoles deben buscar elementos comunes para un futuro compartido. Como se logró con la Constitución de 1978.

Y eludir reiterar los desacuerdos, azuzándolos desde los medios, para evitar que las disputas se amplifiquen entre la ciudadanía.

El ejemplo de la desintegración yugoslava debería hacernos reflexionar. Desde el punto de vista territorial y social.

Como expresó Ignacio Urquizu, alcalde socialista de Alcañiz: "Necesitamos más seducción y menos enfrentamiento, más empatía y menos autoconvencimiento. El punto de partida sería asumir que nunca nadie tiene toda la razón y es probable que algunas razones de los demás sean aceptables".

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