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Pablo Álvarez

Asturias y el covid: el pollo va sin cabeza

Las prisas y la confusión en la toma de decisiones de estos días son la peor receta contra la pandemia

Extracción para una PCR en el autocovid de Langreo. | Irma Collín Pablo ÁLVAREZ

Fue el gran John Toshack quien acusó a sus futbolistas -¡del Real Madrid!- de jugar “como pollos sin cabeza”.

Sin ánimo de ofender, pienso que ésta es justamente la impresión que ha dado en estos últimos días el Gobierno de Asturias en sus medidas frente a la pandemia. Enumero algunos hechos y valoraciones:

  • Viernes 15 de enero: La portavoz del Ejecutivo, Melania Álvarez, anuncia "un paquete de medidas rigurosas, contundentes y proporcionadas con la situación actual". El calado y complejidad de las decisiones aconsejaban que esa explicación la diera el consejero de Salud, no otra persona menos versada en la materia.
  • Sábado 16 de enero: La Consejería de Salud expone las complejas medidas a través de un atropellado “canutazo” (declaración rápida, de pie, de urgencia) del titular, Pablo Fernández. Son difíciles de entender y de explicar. Especifica a qué concejos afectan de entrada. Se enteran antes algunos alcaldes (que no entienden ni la cuarta parte) que los responsables sanitarios del Principado. Luego llega una nota de prensa que hace lo que puede.
  • Domingo 17: Los datos publicados hacen ver que más de la tercera parte de los asturianos ya van a verse afectados por unas medidas que se querían territorializadas y graduales.
  • Lunes 18: El Gobierno tarda una eternidad en publicar en el BOPA las condiciones de los cierres de negocios y actividades. Las da a conocer hora y media antes de que entren en vigor. Además, cambian algunos requisitos de los cierres y eso genera comparativas entre concejos. Queda modificada de manera sustancial la información que el Consejero había dado el sábado y la que se desprendía de los ya famosos mapas de incidencia.

Todo ello sin explicaciones detalladas cuando más se necesitan. Las exigen los hosteleros y las exige la ciudadanía. Nunca antes las ruedas de prensa habían sido objeto de seguimiento por el pueblo llano.

La pandemia aprieta, es cierto. Pero también lo es que Asturias tiene ahora mismo la cuarte parte de incidencia de Extremadura y un tercio o menos que La Rioja, Murcia o Castilla-La Mancha. No aparecen a diario muertos en las cunetas. El jueves pasado entraron en vigor el adelanto del toque de queda y de la hora de cierre de la hostelería. Al día siguiente, de repente, a alguien le entra una prisa tremenda y se impone unos plazos imposibles para aplicar unas restricciones complejas y de gran calado económico y social.

Los futboleros sabemos que una manera de perder partidos es, en momentos desesperados, acumular delanteros y perder el control del centro del campo. La situación pandémica es apurada, pero en Asturias aún permite pensar. Parar, templar y mandar. Más vale esperar dos días por una norma precisa y rigurosa que apurar hoy una decisión confusa y con rasgos de atolondramiento y arbitrariedad.

Las autoridades sanitarias de la región llevan un año trabajado mucho y bien. Con algunos fallos y muchos aciertos. Muchas horas, mucha fatiga que sin duda está haciendo mella. La tendencia vista estos días es preocupante. Más urgente que cerrar bares o grandes superficies es que el pollo se detenga, se recoloque la cabeza y piense con calma lo que va a hacer y cómo va a explicarlo a los alcaldes, a los hosteleros y a los vecinos del quinto. Porque ahora, más que nunca, pandemia somos todos. 

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