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Ángel Machado Cabezas

Falacias más comunes en economía

Las decisiones del mercado, la meritocracia y el impuesto a las herencias

Implícita o explícitamente se repiten mentiras económicas que engañan o confunden a muchos. Una muy generalizada es considerar que 1 euro es siempre igual a 1 euro. Se suele creer que las personas valoran el dinero en términos absolutos, pero como demostró el psicólogo y premio Nobel de Economía de 2002, Daniel Kahneman, en economía la mayoría de las veces no se decide en términos absolutos sino relativos, es decir, comparando con algo. Alguien va a comprar una libreta que tiene un precio de 3 euros que considera alto, pero el vendedor le hace un descuento del 33%, es decir, de 1 euro y decide llevarla. Luego va a comprar una lavadora y su precio es de 560 euros, pero el vendedor le ofrece un descuento de 1 euro que el cliente desprecia por irrisorio a pesar de que es idéntico al anterior, ósea de 1 euro. Este comprador no aprecia el euro de descuento igual en las dos situaciones, porque en términos relativos es diferente.

Otra falacia económica es suponer que el mercado valora correctamente los bienes y servicios, lo que supondría que los precios suministran información adecuada. Si esto fuera cierto, ¿por qué servicios idénticos tienen precios muy diferentes en dos empresas separadas sólo unos pocos metros? Un error derivado del anterior es considerar que los mercados de capitales son eficientes y valoran adecuadamente las empresas. Cualquiera que haya invertido en bolsa sabrá que esto es una ilusión. Por otro lado, se suele considerar que las retribuciones de los ejecutivos están fijadas por el mercado. Si esto fuese así, ¿por qué en Estados Unidos la retribución media de los altos ejecutivos pasó de ser 42 veces el salario medio de los trabajadores en 1980 a ser 347 veces en 2017? Como indica Carlos Sebastián en su obra “El capitalismo del siglo XXI”, estas retribuciones no se basan en el mérito aportado, sino en la falta de contrapoder en las empresas y en el debilitamiento del papel moderador de la progresividad fiscal. Los mercados fallan en múltiples situaciones: cuando existe incertidumbre lo que ocurre en los seguros; si hay externalidades como la contaminación que el mercado no valora; en el caso de los bienes públicos que satisfacen simultáneamente a más de un consumidor o cuando la información es imperfecta como ocurre en la concesión de préstamos.

Algunos economistas opinan que no deberíamos preocuparnos por la distribución de la renta, salvo quizá en los casos de pobreza extrema, porque el mercado la asigna correctamente. Esto olvida, por ejemplo, que en Estados Unidos entre 1973 y 2013 la productividad por hora creció el 61% mientras que los sueldos sólo lo hicieron el 19%. En Europa ha ocurrido algo similar, aunque no tan extremo.

Los países con mayor peso de liberalismo económico como Estados Unidos o Reino Unido defienden fuertemente la meritocracia, consistente en que las personas con talento que trabajan lograrán grandes éxitos y prosperarán social y profesionalmente. Esta creencia no es realista, pero lo peor es que, como indica Michael J. Sandel, no es satisfactoria ni moral ni políticamente. Además, es llamativo que los defensores de la meritocracia suelen ser críticos con el impuesto sobre sucesiones lo que contradice sus principios pues alguien que hereda una fortuna si no paga impuestos por ella, está en posición muy ventajosa sin tener ningún mérito. El impuesto sobre las herencias es el más justo de todos, pues grava riqueza obtenida sin esfuerzo alguno. Como indica el informe MEADE de 1978, la riqueza heredada debe ser gravada por razones de equidad y de incentivos económicos. La supuesta doble imposición de estos impuestos es un mero chantaje quejumbroso sin fundamento real alguno, es decir, es una clara mentira.

Los economistas liberales también afirman que los sistemas económicos que funcionan como tales tienden a dar a cada ciudadano lo que merece, y según ellos, si esto no ocurre, se debe a que las intervenciones públicas distorsionan el sistema y la bondad de su funcionamiento. Su afirmación está lejos de ser verdad como demuestran los datos. Lo cierto es que las sociedades más liberales no son las más ricas, sino las más desiguales. De nuevo los casos de Reino Unido y más aún el de Estados Unidos son los de países bastante liberales, pero muy desiguales y, a pesar de disponer de grandes recursos naturales, no tan ricos como los nórdicos (¡Si el petróleo que tiene Reino Unido lo hubiese tenido España, habría aumentado su PIB entorno al 6% anual durante los últimos 45 años!). Los incrementos de desigualdad en Estados Unidos son especialmente escandalosos, así en 1980 el 1% de mayor renta, ganaba algo más del 10% de la renta nacional antes de impuestos, mientras que el 50% de renta inferior ganaba el 20% de la renta generada. Actualmente el 1% más rico gana más del 20% de la renta generada (el doble que antes) y el 50% de menor renta sólo el 12% del total de riqueza producida (40% menos).

El economista Arthur Laffer inspiró la bajada de impuestos a las rentas altas estableciendo una de las mentiras más famosas en economía al afirmar que si los tipos impositivos se redujeran aumentaría la recaudación, algo que los datos desmienten. Por otro lado, las bajadas de impuestos a los ricos en Estados Unidos producidas durante los últimos 40 han llevado a que en 2018 los multimillonarios tienen un tipo impositivo medio del 23%, siendo menor al 25-30% que soporta de media la clase trabajadora.

Una idea común de muchos ciudadanos y de los economistas liberales es que los impuestos que se pagan son muy elevados. A nivel mundial se ha ido afianzando la actitud de grandes defraudadores que evaden sus impuestos con diversas artimañas, una de ellas llevando las sedes de las empresas a países egoístas con baja tributación como Irlanda y Países Bajos o a paraísos fiscales en los que ésta es casi nula. La competencia recaudadora entre países ha llevado a que algunos de ellos de forma desleal han reducido sus tipos impositivos para atraer empresas y ciudadanos de altas rentas, lo que finalmente redunda en una menor y más injusta tributación. Estos fenómenos que reducen la imposición de algunos obligan a pagar más a la mayoría. La competencia por captar rentas bajando impuestos no solo se da entre países sino dentro de ellos. En España, como indica Jesús Mota, la competencia desleal mediante bajada de impuestos la practican los gobiernos autonómicos principalmente del PP a través de bonificaciones incluso del 99% que benefician a las grandes fortunas y patrimonios. La eliminación total o casi total de impuestos sobre la riqueza (de patrimonio y de sucesiones) beneficia solo al 0,6% de las rentas más altas declaradas en el impuesto sobre la renta. La queja de algunos ciudadanos contra el impuesto de sucesiones generalmente no está fundamentada pues ellos no pagarán nada por este impuesto. En cualquier caso, en España comparando con el resto de Europa el sector público recauda poco pues en porcentaje sobre el PIB nacional esta recaudación es aproximadamente un 23% inferior a la media europea, lo que nos impide disponer de buenos servicios públicos comparables.

Otra mentira común en economía es pensar que casi todas las transacciones económicas se hacen en el mercado cuando no es así. Hay múltiples ejemplos de esto como son: Linux, Wikipedia, Android, software estadístico R, actividades de ONGs, etc., hasta el punto de que el premio Nobel de Economía Herbert Simon calculó que en Estados Unidos sólo alrededor del 20% de la actividad económica se organiza a través del mercado.

Se suele creer que todo se puede intercambiar en el mercado y a su vez que todas las transacciones son libres para las partes, no siendo cierto. Como afirma Michael J. Sandel, las decisiones tomadas en el mercado no son libres si hay personas que viven en la pobreza extrema o si no tienen ninguna posibilidad de negociar en términos justos.

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