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Antonio Trevín

Cantó “el gordo”

Los tejemanejes de una camarilla policial

García Castaño ha declarado en la Comisión de Investigación del Congreso.

El Comisario García Castaño, alias “el gordo”, cantó en la Comisión Kitchen del Congreso. “Por supuesto que el secretario de Estado y el ministro conocían la operación”.

Como ya sabrán, el Congreso investiga cómo y quién desde el Ministerio del Interior siguió, escudriñó y persiguió a Bárcenas y su mujer para dar con papeles y discos duros en los que el antiguo tesorero del PP guardaba pruebas de sobres en B, contabilidades “extracontables” y cobros de empresas que aspiraban a adjudicaciones de obras públicas. Golferías varias, vamos.

Reconoció también “el gordo” no andar solo en dichos tejemanejes. Otro Gordo, este de apellido y no de volumen, antiguo asesor de Cospedal, que pagó al chófer de Bárcenas para que distrajera al mismo cuanto pudiera, también salió a relucir, reportando a la exsecretaria general del PP todo cuanto le contaba y entregaba el conductor desleal y hoy policía. Para Castaño, hasta Rajoy estaba al tanto, a través, directa o indirectamente, de la gorra con visera más famosa de España, Villarejo, “cuate” suyo en asuntos policiales y empresariales.

Diferentes tribunales juzgan las andanzas de ambos. Los investigadores creen que como jefe de la UCAE, Castaño accedía a llamadas y datos bancarios que vendía a Villarejo para las investigaciones que éste llevaba a cabo, desde sus empresas, para clientes particulares como el BBVA. Por ellos, presuntamente, recibió grandes cantidades en metálico de su compadre o éste le ingresaba dinero en hipotecas de sus familiares. Tejemanejes de “mafia policial”.

Los policías que lo conocen hablan de su chulería castiza, de una simpatía cachonda, de una empatía natural. Incluso de que, antes de pasarse al lado oscuro, fue un buen y eficaz agente de la ley. También de sus traiciones en cuanto se ve en aprietos serios.

En su comparecencia exhibió todos estos atributos. Contestó con desparpajo, colocó chascarrillos que levantaron risas y en ocasiones pareció tan desenvuelto como en una barra de bar. Toreó a Rufián, capeó a Mayoral y rejoneó al portavoz del partido que tanto le protegió, el PP. Sólo Felipe Sicilia, portavoz socialista y también policía, logró meterlo en apuros.

La pregunta es cómo Castaño y Villarejo ejercieron sensibles cargos policiales durante décadas. Su estrategia fue sencilla. A sus subordinados aseguraban protección y promoción. Y a sus jefes eficacia, inteligencia, control policial y “colegueo”. Así lograron meter en “su bote” hasta a los más insignes defensores de la ley.

Garzón contó en “Salvados” que estrechó su relación con Villarejo cuando le confesó que le habían pedido hacer un informe contra él para apartarlo de la magistratura y que se negó porque “tú eres de los buenos”. Baltasar fue también padrino de “el gordo”, en su segunda boda, celebrada en 2007 en el Parador San Marcos de León. La fiesta contó con una actuación de campanillas: el padrino cantó dos rancheras. Hoy, Garzón es el abogado defensor de “el gordo”.

Como Joaquín Luna, dan ganas de sentenciar: "Para el limpia un carajillo, para costas las de Levante, para olas la Jurado y para hastiado su seguro servidor".

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