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Elena Fernández-Pello

Invisibles

Varias exposiciones ponen en primer plano el arte en femenino

“Disintegration at Hydra” (fotograma de “The Rape of the Sabine Women”), de Eve Sussman, en la exposición “Womanology”.

El bilbaíno José Ramón Prieto ha reunido durante los últimos 25 años una extensa colección de arte, exclusivamente con obra de mujeres. No lo ha hecho deliberadamente, sino que, por lo que él mismo ha contado, su sensibilidad y su interés en las expresiones artísticas contemporáneas más significativas le han ido llevando por ese camino.

Cuarenta y tres de esas obras, de 35 artistas, pueden contemplarse desde esta semana y hasta el próximo mes de septiembre en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en “Womanology”, una exposición que toma su título de un cuadro de Lynette Yiadom-Boakye, una británica que cuelga sus cuadros en la Tate de Londres y en el MOMA de Nueva York. Junto a ella, en el museo bilbaíno están representadas con su obra Marina Abramovic, Ana Laura Aláez, Louise Bourgeois, Carmen Calvo, Ángela de la Cruz, Tracey Emin, Jenny Holzer, Donna Huanca, Cristina Iglesias, Barbara Kruger, Elizabeth Peyton, Dora Salazar, Monika Sosnowska, Tatiana Trouvé, Azucena Vieites y Kara Walker, además de Susan Philipsz, con una instalación sonora, y Jenny Saville, con un dibujo; estas dos últimas, incorporadas por el museo a la exposición.

Yiadom-Boakye es la más joven, nació en 1977, y Louise Bourgeois, la más veterana, en 1911, así que en “Womanology” queda contenido más o menos un siglo de historia del arte: corrientes como el arte pop, el conceptualismo, el minimalismo, el informalismo, el arte povera, el constructivismo, el expresionismo y el fotorrealismo, y disciplinas como la pintura, la escultura, el dibujo, el grabado, la fotografía, las performances e instalaciones.

Sin salir de Bilbao, en el Guggenheim, acaba de presentarse “ Like Beauty in Flames”, una creación recién incorporada al museo, de la estadounidense Jenny Holzer, que usa la realidad aumentada (RA) para dar forma a su aliento artístico, y a unos cientos de kilómetros, en Madrid, el Thyssen-Bornemisza mantiene, hasta agosto, la primera retrospectiva en España de Georgia O’Keeffe, pionera de la abstracción en Estados Unidos y popular por sus cuadros de flores y sus vistas de Nueva York.

En marzo, el Museo Nacional del Prado clausuró la exposición “Invitadas”, que analizaba la representación de las mujeres y la misoginia en el arte del siglo XIX y principios del XX. Para ello acudía a la obra de las propias mujeres, artistas rescatadas de los márgenes del escenario artístico. Algunos de los cuadros que se expusieron entonces habían permanecido almacenados y olvidados en los depósitos del Prado durante décadas, y muchos tuvieron que ser restaurados para la exhibición.

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En el catálogo de “Womanology”, José Ramón Prieto reflexiona sobre la invisibilidad de las mujeres en el arte: “Aunque yo no era un experto cuando me inicié en el mundo del arte, ya entonces me preguntaba por qué, sabiendo de la existencia de tantas mujeres excepcionales en todos los ámbitos de la cultura, la ciencia, la política, esta realidad no se reflejaba de forma más rotunda en las artes plásticas o la música. ¿Cómo era posible que en el siglo XX la presencia de mujeres artistas estuviera aún tan silenciada teniendo ellas toda la capacidad, la formación, la inspiración y el talento?”.

Las mujeres han ido ganado presencia en la escena artística, pero los museos y las grandes instituciones todavía tienen pendiente una reparación para con las que, pese a que su época y su contexto no las animaban a ello, respondieron, obstinadamente, a la llamada del arte.

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