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Vicente Montes

Madrid marca el próximo rumbo

Las elecciones del 4M resituarán el escenario político en un momento en que la pandemia pasará a segundo plano y urge pedalear por la recuperación

Tal parece que pasado mañana, martes 4 de mayo, todos los españoles estamos llamados a las urnas. Las elecciones autonómicas de Madrid se han convertido, por el interés de todos los partidos, en una suerte de sufragio nacional, polarizado y dicotómico, en el que se decide el futuro inmediato político del país. En parte es cierto, pero es porque así lo hemos querido.

Madrid marca el próximo rumbo

Madrid marca el próximo rumbo

Es seguro que los resultados de Madrid marcarán un punto y aparte en la situación global. Su proximidad con el fin del estado de alarma, en el momento en el que las vacunas comienzan a dar muestras de que se debilita la pandemia, abrirá las puertas a un verano de transición. Tal parece que el coronavirus pasará los próximos meses a un segundo plano, el Estado dejará de convertirlo en el asunto prioritario y, en cierto modo, se dará por superado el asunto casi por decreto. El gobierno central se ha sacudido las manos para dejar su gestión en manos de las comunidades autónomas, de modo que la estadística de cifras terminará por ser una cuestión regional y allá cada uno que se las apañe. La experiencia en países que han acelerado la vacunación nos dice que, en el verano, si se cumplen los plazos previstos, continuaremos con ciertas limitaciones y precauciones, pero las actividades económicas se despojarán de corsés de horarios y restricciones.

Por tanto, nuestros políticos se empeñarán en trasladar el mensaje de que se abre un tiempo nuevo, con todo lo que ello conlleva. De ahí que el resultado electoral en Madrid, sea cual sea, contribuirá a ese relato.

Todos se la juegan el 4M. El PSOE se enfrenta a un pulso contra a un PP de Isabel Díaz Ayuso envalentonado por las encuestas y que ha ondeado la bandera de la controvertida gestión de la pandemia en Madrid. Con los votantes exhaustos tras más de un año de restricciones, su discurso cala en ciertos colectivos, y ya el sufrimiento sanitario comienza a diluirse como un recuerdo de humo en una sociedad que cada vez analiza los momentos presentes con menor perspectiva. Los socialistas han tenido que aparcar su intento de atraer al huérfano votante de centro (¿aún existe?) y no han tenido más remedio que sumarse al discurso del choque de bloques.

También el 4M puede ser una trampa para los populares. Si Ayuso ha de recurrir al apoyo de Vox para formar gobierno, el PP acabará salpicado por la campaña de la izquierda contra el aliado tóxico. El PSOE aprovecharía esa circunstancia como efecto rebote para movilizar a su electorado para la siguiente cita electoral, en las generales o el resto de autonómicas.

Si los populares consiguiesen una victoria por mayoría absoluta, el PP tendría una oportunidad de impulsar su discurso en el conjunto del país y establecer una épica de la reconquista del Gobierno de España, pero a costa, seguramente, de tensiones internas que tendría que capear.

Quien también se la juega es Pablo Iglesias, que puede terminar como adalid del impulso necesario para frenar a la derecha o sumido en el anonimato de la tercera fila de la oposición, lo que sin duda supondría un duro golpe tanto para su imagen como para su partido.

Peor es la suerte de Ciudadanos, cuya debacle electoral se espera. Salvo sorpresas de última hora, los naranjas se enfrentan a un probable desmoronamiento en todo el país, una fase de liquidación y sálvese quien pueda, con líderes que optarán por buscarse las castañas al quedar a la intemperie sin el paraguas de una siglas.

En definitiva, se agita un cóctel cuyo sabor nos dejará un largo regusto y marcará de forma inexorable el rumbo del discurso político en todas las formaciones. Quedan solo dos días en los que los populares harán el llamamiento al voto útil para su cruzada y la izquierda apelará al freno a la extrema derecha: el trazo grueso del relato que se ha ido fraguando en los últimos meses.

Pero, en cualquier caso, tocará cambio de ciclo. Después del verano, y a la espera del comportamiento de la pandemia ante una población ampliamente inmunizada, el único objetivo político debería ser el de la recuperación económica. El Gobierno central tiene la baza de convocar unas elecciones anticipadas por mero tacticismo, pero no parece que eso sea lo que más urge a un país que debe afinar su maquinaria para el reto de la economía (hay quienes afirman que Sánchez no optará por esa hipótesis dada la agenda europea que se le viene encima). Quizás incluso fuese conveniente que las administraciones hiciesen visible esa nueva etapa orientando sus estructuras de gobierno a ese fin. Pero esa ya es otra historia. Madrid dirá.

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