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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Sin palabras ni golondrinas

Cada vez se habla peor y como consecuencia de esa falta de discurso peor aún se escribe. Cada generación lee menos, hipnotizada por el juego de espejos de imágenes multiplicadas por los medios audiovisuales, fotogramas que se disuelven como azucarillo en la memoria, que pasan de largo sin dejar poso, como esos sueños que no recordamos al despertar por la mañana. La vista sustituye al oído e internet se convierte en un gran patio de vecindad de ventanas abiertas y vocación de púlpito para una juventud que inventa jergas para ahorrar palabras y euros en la factura del móvil.

Midan el discurso habitual de sus hijos adolescentes y cuenten cuántas veces formulan la muletilla “en plan”. No existe plan preestablecido en esa forma de hablar, como no lo hay en el uso frecuente de latiguillos prescindibles y vacíos de contenido. Se trata de una muestra más de las desastrosas consecuencias del escaso recorrido que otorga un sistema formativo cada vez más ralo que se basa en leyes educativas poco exigentes y huidizas de la excelencia.

Se extiende como una pandemia la peste bubónica sobre el correcto uso del lenguaje, y las Academias de la Lengua, que conforman la Organización Mundial de la Salud del idioma, tienen que actuar con urgencia para evitar la expansión de un virus infame que limita la preciosa facultad humana del uso de las palabras. ¿Acaso existe algo más maravilloso que la posibilidad de comunicarse mediante magia tan simple como la combinación alfabética de veintitantos caracteres insignificantes?

No sobran las palabras, al contrario; se van echando cada vez más en falta, como el vuelo de las golondrinas en esta primavera escasamente lírica.

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