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Crítica / Jazz

Cocido musical a siete cuerdas

Impactante cierre del primer ciclo “Vetusta & Jazz” en el Campoamor con Yamandu Costa

El cierre del primer Ciclo Vetusta & Jazz 2021 promovido por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo ha impactado al público aficionado al jazz que acudimos a los cuatro conciertos. Entre el púbico fiel al jazz de esta región, los que somos asiduos a festivales como el de Bueño o Gijón, los comentarios de este ciclo han sido positivos por su coherencia musical bajo la cuerda del piano, de la guitarra y del bajo, entre otros instrumentos.

Cocido musical a siete cuerdas

En la tarde fría de un inicio de junio Yamandu, cuyo nombre es uruguayo y significa “el precursor de las aguas”, sorprendió nada más aparecer en el escenario. Una estética sobria pero ya solo su propia presencia llenaba todo el teatro. Comenzó a rasgar la guitarra a la edad de 7 años con su padre Algacir Costa, líder del grupo “Os Fronteiriços”. Siete cuerdas tiene su guitarra, “un acorde más un problema más”, comentaba Costa mientras afinaba su estrenada guitarra, luego de año y medio sin poder tocar en los escenarios. Instrumento nacido en Rusia y que llegó a Brasil a principios del siglo XX de manos de músicos gitanos, para incorporarse en la cultura del choro, la samba y la música del sureste, como Río de Janeiro y San Pablo. “Es una guitarra y un guitarrón a la vez…”

Yamandu se asentó en Lisboa mes y medio antes de la pandemia, por cuestiones logísticas y familiares, las conexiones con Brasil y con el resto de Europa, aparte de dar cierta estabilidad a sus hijos y a su mujer, francesa. Este intérprete es originario de Passo Fundo (Río Grande del Sur, Brasil) frontera con Uruguay, zona gaucha, herederos de la cultura andaluza y del pueblo gitano, una cultura muy próxima y querida por Yamandu ya que de niño vivió con sus padres músicos en una aut caravana. Iban de lugar en lugar animando las fiestas populares, tocando como primera experiencia musical a Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú o Mercedes Sosa; para luego mirar a su propio país con Baden Powell, Jobim o Herneto Pascoal.

Si en los conciertos anteriores del ciclo hablábamos del gastado término “fusión” para referirnos a la conexiones entre el jazz y el flamenco, con Costa podemos acuñar un nuevo concepto: “el cocido”, algo que define a su música, esa mixtura de estilos que van desde lo clásico brasileño del choro hasta las milongas, tangos, zambas y chamamés. Se presentó con una samba dedicada al músico brasileño del que Costa ha bebido desde sus inicios, el gran guitarrista Raphael Rabello; pasando a la composición “Porro”, suite colombiana de Gentil Montaña. Continuando el viaje siguió con un choro argentino, y llegando a Francia con la composición “A Legrand”, homenaje al compositor y arreglador, fallecido recientemente, Michelle Legrand. “Puedo imaginarme una orquesta de cuerdas acompañándolo a esta pieza, pero hasta entonces, mi guitarra es definitivamente lo suficientemente exuberante”, dijo. Música caribeña y valses peruanos sonaron en el Campoamor y un ritmo “chamamé” inscrito en 2020 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

En 2010 con su disco “Aurora”, con Hamilton de Holanda, fue nominado a un Grammy Latino y en 2012 ganó en Cuba el Premio Internacional Cubadisco por su trabajo “Mafuá”. Su próximo disco, grabado en Lisboa, se llamará “Caminantes” con el guitarrista Luis Guerreiro y el bandeonista argentino Martín Sued, será un cruce de culturas portuarias.

Broche de oro al ciclo, así que damos la bienvenida al ciclo “Vetusta & Jazz 2022”.

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