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Carmen Martínez Fortún

Reacciones

La respuesta del Gobierno a la declaración de inconstitucionalidad del estado de alarma

Acaba de estrenarse este Gobierno bonito y todavía estamos elucubrando sobre el enfado de los cesados y la idoneidad de las nombradas, cuando le estalla en la cara un nuevo problemón por partida doble, con la sentencia del Tribunal Constitucional y el grito de libertad de Cuba, por no mencionar la pandemia que ya no sabemos por qué ola va. Y la verdad es que el Ejecutivo reacciona de forma alarmante pese a haber dado por finiquitada la alarma.

Por un lado, la reacción airada ante una sentencia que, de haber llegado a tiempo, hubiera servido al menos para garantizar nuestros derechos y que ahora tras tan larga demora viene a poner en cuestión toda la patética labor gubernamental desde el minuto anterior a que estallara el horror, demuestra que este Gobierno socialista en su totalidad, no otros y no todos los socialistas espero, desde la supuestamente seria Margarita Robles a las nuevas exalcaldesas que también supuestamente vienen a infundir sangre nueva, se coloca en contra del respeto a la separación de poderes y confirma las sospechas de que por eso, en contra de la opinión de algunas como Calvo, hoy caída, que prefería la excepción, Sánchez eligió la alarma porque le permitía decretarla y luego llevarla al Congreso y no al revés. Muchos han sido y siguen siendo los tics omnímodos de este presidente, sin que podamos olvidar aquello de combatir la desafección hacia el Gobierno por su gestión de la pandemia o esa nueva ley de Seguridad Ciudadana que pretende otorgarle todo tipo de poderes a su persona, incluso decidir qué es una crisis.

Por el otro lado, la reacción timorata de este Gobierno incapaz de decir que Cuba es una dictadura, cosa que por, otra parte, todos menos Podemos saben, reafirma la duda sobre qué concepto de libertad y democracia es el que poseen quienes tienen en sus manos, de momento, nuestras libertades y nuestra democracia.

Por eso una se monda cuando los gurús de la izquierda se reafirman en su superioridad moral. Pero en realidad se monda para espantar su espanto ante el futuro incierto, indeseado e indeseable.

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