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JC Herrero

La otra reconquista

Asturias, valle de hidrógeno

De la carbonera a la hidrogenera

Dice mi profesora, catedrática de Educación Ambiental, doña María Novo, que lo “pequeño es hermoso”. Basa el eslogan en los múltiples mini proyectos medioambientales que supervisa, gracias a los cuales la sostenibilidad toma forma, sin alharacas, allá en los pueblos más recónditos de la tierra, particularmente Iberoamérica.

También pequeña, que no hermosa, fue la batalla de Covadonga, apenas una trifulca ambientalista, pues no blandieron espadas de acero, si acaso piedras aprovechando las agrestes montañas y gargantas que nos dan el mayor relieve de la península. Nuestra orografía oxigenó la historia de España. No es que cuestionemos al derrotado Munuza. Para nada, él pudo dar continuidad al califato hasta nuestros días. De ser así tendríamos gaseoductos propios, pero Pelayo ya intuía que el empoderamiento astur estaba en sus valles.

Ahora los valles mineros cambian de gas, el carbono por el hidrógeno. Casualidades de nuestra historiografía, de mesetas, picos y hondonadas que forjan carácter. Lo que fueron gasolineras serán hidrogeneras que ya operan por Europa. Nosotros, como de costumbre, llegamos tarde a las innovaciones. Quizás las cuestas tipo Angliru son la explicación.

Viento, ríos, mar, montañas, siderurgia y grandes depósitos de gas para el hidrógeno, obtenido por electrolisis a partir del agua, nos otorga la calificación geoeconómica de “valle de hidrógeno”.

¿Quién nos lo iba a decir?, tanto que añorábamos el petróleo... Producir hidrógeno será muy hermoso, pero de pequeño tiene poco. Si miramos los depósitos de El Musel, proyectados para gas natural, ya nos podemos imaginar cómo tiene que ser la pila que descomponga la molécula del agua en oxígeno e hidrógeno. Hay muchos metros cúbicos que llenar para ser nodo peninsular, o europeo a través de barcos gaseros.

Sin haber pilas electrolíticas, el clúster energético nacional anuncia que Asturias “exportará hidrógeno a Europa”. Eso dicen los mentideros, de ahí que nos hayan dado tal distinción –“valle de hidrógeno”–. También nos incluyeron en el “Arco atlántico” con plantones de eucalipto para obtener pasta de papel. Lo que menos esperábamos de estas plantaciones era que fuesen fuente de energía calorífica, los incendios forestales lo acreditan, pena de kilocalorías. La combinación de especies globulus y nitens con los que se quiere superar la cota de plantación debería acompañarse del eucalipto rojo, importaríamos coalas dando un toque ecológico a la planta, otra fuente de ingresos como el oso pardo.

Si con esta ideación hidrogenada, el carbón de importación deja volver a pastar a nuestros centollos sin manchar las playas, tres hurras por Pelayo y su premonitoria táctica del valle. Está será la auténtica reconquista que Asturias necesitaba.

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