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Pilar Rubiera

El azar, la perseverancia y África

Es el azar el que nos sitúa en un lugar y en una familia cuando salimos del vientre materno. Y esa dependencia hará que nuestra vida sea diferente. Nacer, pongamos por caso en Tazones, no es lo mismo que hacerlo en un pueblo de los países del África subsahariana donde, con toda probabilidad, serás pobre, pasarás hambre y apenas tendrás acceso a la educación y a la sanidad. Y, si eres mujer, todo se complicará mucho más.

En España, por ejemplo, casi el 79 por ciento de la ciudadanía ha sido ya inmunizada contra el coronavirus mientras que, en Zimbabue, sólo han podido recibir la vacuna el 17 por ciento. África necesita vacunas.

Por eso son importantes e imprescindibles organizaciones como la Campaña por la Educación de la Mujer (CAMFED) que trabajan desde hace casi treinta años en la escolarización de niñas en seis países africanos. Como recordaba ayer Fiona Mavhinga, consejera ejecutiva de la organización, abogada y una de aquellas niñas beneficiadas por el programa, el proyecto comenzó en Zimbabue con alrededor de treinta escolares. Hoy ya son más de cuatro millones las niñas y niños que han podido ir a la escuela y formarse, también en Ghana, Tanzania, Malawi y Zambia.

Los premiados de este año, mujeres y hombres, han sabido manejar su propio azar. Son luchadores, han perseverado, y esa manera de ser y de actuar, ha beneficiado a muchísima gente. Los “siete magníficos” de las vacunas, José Andrés y su ONG World Central Kitchen, Gloria Steinem y su activismo feminista, el ausente Amartya Sen, la nadadora paralímpica Teresa Perales y la ya citada Camfed. Tambien Marina Abramovic, con sus perturbadoras perfomances, o el complejo escritor francés Emmanuel Carrère, último de los galardonados en llegar a Oviedo.

El azar es un accidente, pero la capacidad de elegir y de decidir tiene mucho que ver con el futuro al que llegamos finalmente.

El sábado, cuando esta edición de los Premios ya sea historia, África seguirá necesitando vacunas.

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