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José Manuel Ponte

El dolor de Otegui

La división política en el décimo aniversario del fin de ETA

El mensaje de Arnaldo Otegui a las víctimas de ETA “ sintiendo un dolor que nunca debió producirse ni debería haberse prolongado tanto en el tiempo” desató la polémica entre las fuerzas políticas al cumplirse diez años del abandono definitivo de la violencia por parte de la banda armada. La derecha política y mediática califica la declaración de “importante, aunque insuficiente”, “repugnante e hipócrita’’ y reclama del dirigente abertzale una condena explícita de ETA así como el cese los homenajes a los presos etarras que salen de prisión; y acusa al Gobierno de Sánchez de ayudar a la normalización de EH Bildu para poder utilizar sus cinco votos en el Congreso. Unos votos imprescindibles para formar mayoría parlamentaria. El final de ETA y su renuncia a continuar utilizando los asesinatos como principal argumento para alcanzar la hipotética independencia de Euskadi está siendo utilizado por ese sector de la opinión publica, que quiere seguir alimentando su tradicional discurso sobre los peligros que acechan a la unidad de España.

De momento, la única realidad constatable es que ETA se ha disuelto dejando tras de si 853 muertos, cientos de heridos y miles de familiares afectados. Sobre el dolor de las víctimas de ese delirante proyecto político se ha escrito mucho, y más que se escribirá cuando trasciendan algunos hechos que hoy por hoy continúan en la sombra a la espera de que con el paso de los años puedan ver la luz esclarecedores documentos.

Para los observadores periféricos (entre los que me encuentro) y escasos de información, la actividad gansteril de ETA, de la Triple A, del Batallón Vasco Español y del GAL influyó negativamente en la evolución de la democracia española. Después de aprobada la amnistía no había razones de peso para mantener la lucha armada. Sin embargo, el número de asesinatos se incrementó, sobre todo, en la etapa del Gobierno de Adolfo Suárez que , casualmente, no había entrado en la OTAN, ni reconocido al Estado de Israel. Dos fallos que remediaron inmediatamente Calvo Sotelo y Felipe González nada mas tomar posesión de la presidencia del Gobierno. Años más tarde, Aznar pidió ayuda a la CIA y al Mossad para derrotar definitivamente a ETA. Algo que no se consiguió hasta la presidencia de Rodríguez Zapatero. Sobre este asunto, leo unas declaraciones de Maixabel Lasa, la viuda de Juan Mari Jáuregui, gobernador socialista de Guipúzcoa, que fue asesinado por ETA en el año 2000. Mi hermano Jaime, que entonces ejercía de médico en Vitoria, era amigo suyo y pasaban juntos unas días de verano en su casa de Mugardos. Su madre, que guisaba de maravilla, como muchas de las vascas, lo había adiestrado en los secretos de la alta cocina, y preparaba un bacalao que, de tan bueno, ya era sinfónico. Por la tarde, en la hermosa playa de Chanteiro, que goza de los atardeceres más impresionantes de la comarca ferrolana, jugábamos a pala sobre la arena antes de darnos un chapuzón. Maixabel Lasa lo tiene muy claro: “Para pasar página completamente y que se curen todas las heridas abiertas, todo el mundo tiene que hacer esfuerzos y en este caso también le pediría al PSOE que sea valiente”.

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