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Vicente Montes

La cuesta de enero necesita impulso

La pandemia vuelve a convertirse en protagonista en el comienzo de un año en el que la izquierda asturiana tratará de reconstruir relaciones y el PP intentará reforzarse como alternativa

Parecía evidente el interés de los gobiernos por pulsar el botón de las restricciones ante el aumento de contagios de covid-19, pero Pedro Sánchez no quiso ponerse al frente de las medidas y han tenido que ser nuevamente las Comunidades Autónomas las que elijan el momento de tomar sus decisiones. Ha quedado constatada la rápida capacidad expansiva de ómicron, que aún se verá durante unos cuantos días, y esta próxima semana será clave para comprobar si esa disparada propagación eleva la ocupación sanitaria. Los estudios preliminares parecen indicar que el porcentaje de casos que terminan en hospital o UCI es mucho menor, por lo que aún habría margen de resistencia para las infraestructuras sanitarias. Pero ningún gobierno quiere enfrentarse a una situación irreversible, de ahí que las restricciones para limitar la Nochevieja fuesen esperadas.

Aunque partieron con el recelo de algunos, los test de antígenos han demostrado ser una herramienta útil, con todos sus márgenes de error. La Nochebuena se ha convertido en un cribado voluntario y personal, con decenas de miles de asturianos sometiéndose a pruebas en sus domicilios para comprobar si podían acudir a la cena familiar con tranquilidad. Eso ha permitido que afloren contagios que, de otro modo, tal vez ni siquiera habrían sido contabilizados.

Pero ómicron parece capaz de comerse buena parte del debate político y veremos durante el mes de enero la incidencia que tendrán las bajas y cuarentenas, que pueden resultar un verdadero quebradero de cabeza para muchas empresas y servicios públicos.

Enero no debería convertirse en un paréntesis más. Una vez que el gobierno regional logre la aprobación del Presupuesto, debería imprimir impulso a una acción política que da la impresión de sestear a la sombra de la pandemia. La china en el zapato seguirá siendo la reforma Estatutaria, más por su valor simbólico que por sus efectos reales: pero si ese debate no se desatasca o se entierra definitivamente se convertirá en un lastre pesado en lo que queda de legislatura. No ha habido respuesta a la demanda de IU de habilitar enero para el debate y así agilizar la tramitación, y la coalición está dispuesta a dar por fallida la reforma estatutaria, si en el plazo de un mes no se producen avances.

El marco político ha cambiado para la izquierda tras la victoria de Sofía Castañón en las primarias de Podemos Asturies. Los morados están preparados para cambiar de estrategia política, pero no será un camino de rosas. El ajustado resultado de las primarias aún deja con capacidad de pelea a los afines de Daniel Ripa, quien está dispuesto a llevar a las últimas consecuencias su exigencia de que sea auditado el proceso electoral. Aunque Ripa tiene pocas posibilidades de éxito, Podemos no va a ser un espacio tranquilo, por lo que Sofía Castañón debería actuar con rapidez para dejar clara la impronta de su nuevo liderazgo.

Y uno de los deberes que ella misma se ha puesto es el de mejorar la relación con Izquierda Unida y con el PSOE. En especial con los primeros, de cara a conformar ese etéreo “frente amplio” de Yolanda Díaz que aún necesita de mucho aterrizaje.

Saltarán chispas y no será un camino fácil, por mucho que Sofía Castañón ponga voluntad para reconstruir las relaciones entre Podemos e IU. En muchos municipios el acercamiento es difícil, si no imposible. Y tampoco la coalición lo pondrá fácil. ¿Cuál es la vía adecuada? Hay dos alternativas: una es llenar de antemano el espacio del “yolandismo” con una alianza política de IU y Podemos; la otra es construir ese frente como algo nuevo, de modo que los partidos sean meros instrumentos para su éxito. Ahí reside el intríngulis: Si el nuevo “artefacto” político será una mera suma de fuerzas con reparto de asientos al modo clásico, u otra cosa distinta. Mientras, Yolanda Díaz rumia sus objetivos y alimenta las hipótesis (que seguramente no despejará hasta pocos meses antes de las elecciones generales).

En la derecha, el PP está dispuesto a jugar fuerte. El adelanto electoral en Castilla y León es un claro aviso a Ciudadanos (Casado da por amortizada la marca y no está dispuesto a aceptar coaliciones con los naranja en la confianza de que los pocos activos ya se rindan directamente). Y en Asturias, el PP no va a dejar pasar las oportunidades para sacar a Ciudadanos del tablero, ninguneándolos o señalándolos como poco fiables. Por todo ello, el PSOE tendrá que convertirse en palanca de acción política si no quiere que a ambos lados sus contrincantes le vayan comiendo terreno electoral. La esperanza de que los fondos europeos salven la legislatura no va a hacerse visible con tanta inmediatez como se pensaba, de ahí que la fecha de convocatoria de las elecciones generales vuelva a ser un botón nuclear que Pedro Sánchez deberá volver a considerar.

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