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Ser Las Vegas o ser Nueva Zelanda

La necesidad de definir el modelo de Asturias que queremos para el futuro

Cuando algún o alguna profesional de alto nivel en Norteamérica piensa en Las Vegas puede hacerlo en un lugar al que ir a divertirse, pero cuando se trata de Nueva Zelanda suele pensar en el lugar ideal para vivir. Estamos en un momento en el que Asturias tiene que definir el horizonte al que pretende dirigirse y dejar de mirar únicamente al suelo con el objetivo de dar el paso inmediato. Debe decidir qué modelo pretende seguir.

Llevamos muchos años viendo cómo en Asturias va aumentando el envejecimiento de la población (con uno de los porcentajes de adolescentes más bajos de Europa), la soledad como problema creciente, el número de suicidios, el cambio y destrucción de la estructura productiva; todo ello ha ido conformando una enorme fragilidad, vulnerabilidad y estrés social. Esta fragilidad, agudizada por la crisis sanitaria, augura un futuro difícil, donde la brecha cultural, social, tecnológica y de poder adquisitivo, así como sus consecuencias laborales, emocionales y relacionales, hacen que la inequidad y la vulnerabilidad amaguen con ser actrices protagonistas en lo cotidiano.

Es un hecho el cambio progresivo y acelerado en la estructura productiva, donde muchas de las profesiones y ocupaciones actuales desaparecerán a corto plazo o se modificarán significativamente con una disminución de la tarea humana. Ante ello, apostar por la digitalización, el desarrollo tecnológico o la economía verde no son opciones, sino realidades a las que ineludiblemente hemos de sumarnos, pero sin ser elementos donde lideremos o nos diferenciemos significativamente, a pesar del interesante tejido de startups tecnológicas asturianas que pueden formar parte del punto de partida de iniciativas novedosas. Precisamos con urgencia de un espacio propio de crecimiento en el que seamos referente y sobre el que construir futuro, una alternativa de diferenciación estructural en la que apoyarnos.

Pero Asturias tiene también muchos elementos positivos en su haber, oportunidades que nos permiten creer esperanzados en una Asturias Futura. Así, disponemos de un escenario medioambiental y relacional maravilloso, a lo que se suma la existencia de una percepción de necesidad y urgencia de cambio, que abre la posibilidad de adentrarse en alternativas valientes y en caminos no transitados y, además, encontramos la posibilidad de financiar el cambio gracias a los fondos europeos.

Necesitamos un nicho de actividad emergente en el que ser pioneros y líderes, no quedan muchas vacantes. Uno de ellos, entendemos que potencialmente poderoso, es el de la innovación social a través de la intervención socioeducativa avanzada. Esta opción tendría como consecuencia cierta una construcción comunitaria ubicada en un marco ético, el empoderamiento comunitario, el posicionamiento como sociedad con verdadera calidad de vida y el crecimiento de nuestra economía (exportación de conocimiento y de respuestas aplicadas vinculadas). Además, esta alternativa implica optar por la creación de empleo y desempeño “humano”, necesariamente relacional, posiblemente el que sobreviva y crezca en este nuevo escenario social.

La suma de ser comunidad socialmente avanzada y de liderar el conocimiento en este sector nos convertirá en el lugar donde queremos y nos sentimos orgullosos de vivir, y nos presentará externamente como el lugar ideal para hacerlo.

Apostar por esta opción valiente y alternativa, y adentrarse en la misma, supone un cambio de paradigma que precisa de consenso y compromiso del conjunto de las fuerzas políticas y de los agentes sociales, de la construcción de un marco y referente ético basado en la dignidad, cordialidad y solidaridad, así como del disfrute de la relación, el acompañamiento y el encuentro; es una opción por la evolución y desarrollo orientado de la salud, de los servicios públicos, de la educación, del medio ambiente y de la cultura, y ha de concretarse en inversiones importantes y prioritarias en investigación y desarrollo. Así mismo, supone la generación de una estructura poderosa en torno a este centro de interés, para la experimentación, investigación aplicada, implantación de iniciativas, generación de productos y exportación.

De momento ningún territorio ha optado por el desarrollo estructural en base a la intervención socioeducativa avanzada y la innovación social como camino de construcción comunitaria, bienestar y desarrollo económico. Nueva Zelanda es una alternativa de desarrollo, Asturias Futura puede ser una posibilidad mucho mejor.

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