La pandemia dejará muchas secuelas cuando se vaya, o mientras va y viene (lo más probable), que afectarán a la economía, los valores, el de cada cosa en nuestra vida, el sentimiento humano de omnipotencia, la confianza en el sistema y en nosotros mismos, la solidaridad entre generaciones y hasta pudiera ser que a la mismísima paz, pues muchas crisis han acabado rompiendo la baraja para empezar con otra. Vale, es lo que hay, son secuelas sobre las que la posibilidad de actuar de modo efectivo es pequeña. Pero al menos deberíamos intentar que en esta interminable ida y vuelta de la pandemia la validez social de la norma no se deshilachara. Así pues, dígannos alto y claro qué hay que hacer o qué no y, aunque sean pocas cosas, que se cumplan de verdad por todo el mundo. Como le decía a Nacho Vegas quien se lo dijo: “Seriedad poca, pero que dure” (“Actos inexplicables”, 2001, “El ángel Simón”).
