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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

El Covid popular

El Covid ha marcado la manera de actuar y de pensar y sus consecuencias llegan a los partidos políticos. El Partido Popular, que capitanean personas jóvenes en todos los sentidos, se autolesiona gravemente a la vista de todos.

Por el Covid y su emergencia se suspendieron las condiciones de contratación que dan garantías y en un episodio real de “Cuéntame”, dos amigos de infancia veraneantes en Sotillo de la Adrada (Ávila), se hicieron con un cuarto de millón de mascarillas chinas para hocicos españoles. Uno de ellos es Tomás, hermano de Isabel Díaz Ayuso, al frente de la administración compradora y la única persona de España que no estaba al tanto cuando este negocio era cuestión de vida o muerte. En el PP hay antecedentes de capacidad para reconocer las oportunidades en las peores crisis y en las mayores abundancias.

Los que mejor conocen el tiempo en que vivimos saben que aconseja ser oscuro en los negocios y transparente en el dolor así que, mientras Pablo Casado y Teodoro García Ejea, confinados en la sede, se mueven con las viejas reglas del espionaje; Ayuso, partidaria de las terrazas, saca la operación a la calle con periódicos fieles. Interesarse por el negocio del hermano es una afrenta a ella, que tantos votos ha recaudado para el partido. No niega los hechos, pide que los demuestren.

Toda emoción: he aquí una víctima. En adelante, la libertad guiando al pueblo por el aire libre, la presidenta de la calle y de la terraza, gana el debate de los reproches a la cara y de los trapos sucios en la lavandería pública. No importa que la dirección del PP la haya dejado en el stop del tráfico de influencias. Para su parte de la opinión pública esta duda es un covid de la variante omicrón, unos mocos. Se confirma que, aunque el PP se reestructure en contra de la corrupción, a la ardiente parte de su electorado que sólo quiere salvar a España eso le trae al pairo y, prietas las filias y activadas las redes, tres mil madrileños pierden la misa de 12 y el vermú de la 1 por ir a la calle Génova a proclamar que van con Rigoberta Bandini. Ay, mamá.

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