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ERA y competitividad

La resistencia asturiana a la realidad del mercado

Entre junio de 1993 y julio de 1995 tuve el honor de presidir el gobierno asturiano. Años convulsos en los que se llevó a cabo una interesante radiografía de Asturias y los asturianos, el ERA (Estrategias para la Reindustrialización de Asturias). Lo dirigió el eminente sociólogo Manuel Castells, ministro de Universidades hasta hace pocas fechas, y lo coordinó Juán Antonio Vázquez, asturiano, rector de nuestra Universidad y presidente de la CRUE. Un estudio más, de la región más estudiada de Europa, dijeron algunos. Se equivocaron, fue mucho más que otro estudio mas.

El ERA, que acertadamente encargó mi antecesor en la presidencia, Juan Luis Rodríguez Vigil, consiguió, como pretendía, ser “un esfuerzo de reflexión colectiva en el que debían participar amplios sectores de la sociedad y las instituciones asturianas”, para “propiciar el cambio de la estructura económica y social de Asturias”. Como escribí en el prólogo del mismo: “Esta tarea no exenta de tensiones y sacrificios, no puede aplazarse irresponsablemente sino que debe ser asumida con audacia, reflexión y una visión que nos permita observar y enfocar correctamente, las realidades globales del mundo exterior y las particularidades concretas de nuestra región y sus entornos locales”. Aún hoy, un cuarto de siglo después, dicho estudio contiene apartados de completa actualidad.

Especialmente interesante y novedoso resultó el capítulo dedicado al análisis de la mentalidad de la población asturiana ante la crisis regional. Una de las conclusiones de su encuesta cualitativa es que “la percepción del desastre económico tiende a desorbitarse aún más allá de su grave realidad”. Constatación que da la razón al economista moscón Valentin Andrés Álvarez, que en su “Guía Espiritual de Asturias” recoge: “El asturiano es hombre que se exalta fácilmente y esto le hace ser un poco exagerado y extremoso”. Otra no menos interesante es que “la mediación del mercado está mucho menos asumida en la lógica económica de la gente de lo que creen economistas y políticos”, de manera que, como también indica, hay “una resistencia a la lógica del mercado”.

No es extraño, por ello, que la expresión del asturiano ministro de economía de Aznar, Rodrigo Rato, “ (…) eso es el mercado, amigo”, fuera recibida con más pitos que aplausos en nuestra tierra. Asturias, muy mayoritariamente, inició la actual época democrática ajena a dicha “lógica del mercado”. En empleo público tenía el mayor porcentaje español, de muy largo. Había funcionarios en las administraciones y miles de empleados públicos en sectores muy diversos. En las minas, en la siderurgia, en los astilleros, en navieras, en la industria química, … La lógica por la que cobraban sus salarios y las condiciones de su trabajo nada tenían que ver con la que regían en el resto del mundo occidental.

Hasta nuestros ganaderos vivían al margen de la llamada competitividad gracias a la exitosa creación de la Central Lechera Asturiana que les recogía la leche a la puerta de casa y les ingresaba su rendimiento en la cartilla bancaria. La competitividad en la producción de bienes y servicios, que, prácticamente, se imponía aceleradamente en el resto del mundo, en Asturias, además era una rara avis.

Aún hoy no goza, precisamente, de muy buena fama. Tenemos que escuchar más a Serrat: “Nunca es triste la verdad; lo que no tiene es remedio”.

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