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José Martínez Jambrina

Dulces sueños

Las causas de un suicidio

El próximo día 11 de octubre saldrá a la venta un libro no autorizado sobre los últimos días de Anthony Bourdain, chef y estrella mediática de la CNN, que en 2018 se suicidó por ahorcamiento en un hotel francés. Tenía 61 años, llevaba las últimas semanas en crisis de todo tipo: bebiendo demasiado alcohol, consumiendo esteroides y en una tensa relación con la actriz Asia Argento que fue con quien mantuvo las últimas palabras de su vida. Cinco días antes Bourdain se había enfadado con la Argento porque un semanario había publicado unas fotos de Asia bailando con un periodista francés en un hotel de Roma. Esa fue su última discusión. Bourdain dijo: "¿Qué tengo que hacer contigo entonces?". Y Argento le contestó: "Deja de tocarme las pelotas". "OK", cerró Bourdain. Esa misma noche Bourdain se ahorcó en la habitación del hotel donde se alojaba con algunos amigos.

El libro que firma Michael Leerhrsen cuenta con los testimonios extraídos del ordenador personal y de la telefonía móvil de Bourdain y facilitados, presuntamente, por Ottavia Bussi, su primera esposa y dueña de la herencia, madre de Ariana, la única hija del chef.

El asunto se prevé tormentoso y mediáticamente muy duro, sobre todo para su hija. Asia Argento ya ha declarado en contra del texto, así como la familia Bourdain.

Pero la conclusión popular ya flota en el aire: la discusión con Asia Argento fue la causa del suicidio de Bourdain. Es lo más fácil, pero es un tremendo desatino abordar esta situación tan cargada de culpa con esa fatua simplicidad. Varias actrices ya han difundido un manifiesto de apoyo a Argento que ha declarado que su relación no era buena. La propia Argento, suicidóloga a la fuerza, ha explicado que nadie se suicida por una discusión infantil.

Esto lo cuenta con mucha más precisión y concisión el periodista turinés Massimo Gramellini que cuando tenía nueve años perdió a su madre, principal fortaleza en su infancia. Su padre le dijo que había sido víctima de un cáncer. El pobre Massimo pasó a ser un huérfano desconsolado que creció a base de coraje para superar aquella ausencia tan inesperada de una madre que le dejó una Nochevieja de 1969 tras desearle "Felices sueños". Ya no volvió a verla. Massimo se dedicó al periodismo y casi 30 años mas tarde una noticia perdida en un periódico viejo le hizo saber cuál había sido el auténtico final de su madre: se había tirado al vacío. Se había suicidado, no había sido el cáncer ni un infarto quienes la habían arrancado de su lado. En el año 2012, Gramellini escribió "Te desearé felices sueños…", un maravilloso relato autobiográfico sobre la reconstrucción personal que hubo de abordar a partir de entonces, de la mano de una competente psiquiatra y sobre la que, en 2015, otro buen conocedor de los sufrimientos que dejan los suicidios de seres queridos como es el gran Marco Bellocchio, filmó "Felices sueños". Un cinta sencilla, sentida y realista que puede verse en plataformas televisivas.

Gramellini, de 62 años, es ahora un conocido periodista italiano que publica una columna diaria muy breve: "Il caffè" en "Il Corriere della será".

Gramellini ha escrito en defensa de Asia Argento: "Tiene razón Asia. Nunca hay un desencadenante imprevisto en estos suicidios que se producen tras una discusión con un ser querido. Antes ha habido un lento martirio con caída hacia el abismo que puede ser acelerada por una causa particular: el alcohol, en el caso de Bourdain. La única educación sentimental que podemos sacar de esta historia es que el amor solo salva a quien ya se ha salvado sólo. Porque funciona como un espejo: no nos enamoramos de quien queremos sino de quien somos. Si somos un caos, nos relacionaremos con personas caóticas. Para encontrar a alguien que te ayude o que sea buena contigo, antes debes estar bien contigo mismo". Y tener coraje. Gramellini, Bellocchio y Woody Allen insisten mucho en el coraje como arma de liberación personal ante esta lucha contra nosotros mismos.

Emil Durkheim dijo que la publicación de noticias sobre suicidios en los periódicos no afectaba a la tasa de suicidios final. Pero que el problema estaba en cómo se contaban las cosas.

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