La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fernando Granda

Un pecaminoso mechón de su cabello

La lucha de la mujer por la igualdad de derechos

El matriarcado, pienso, debió ser una leyenda histórica o un bulo universal. Y el gineceo griego una rareza extinguida. Parece imposible que, a pesar de los avances de la Humanidad en ciencia, educación, tecnología, en ética e ideología, las mujeres sigan perseguidas en este siglo XXI. La mitad del género humano se ve relegada por la otra mitad sin ningún argumento racional. Sobre todo en teocracias, en territorios donde gobiernan ejecutivos de inspiración dogmática. Un mechón de cabello al descubierto puede ser causa de represión y muerte.

El pelo, la cabellera femenina, parece que ha de estar para los vigilantes de la moral obligatoriamente recogido, ocultado a la vista general ya sea la mujer creyente o no, practicante o no, integrante o no de una orden religiosa. Eso bajo regímenes tolerantes. Porque en los países de imposición religiosa además del cabello han de tapar su rostro y otras zonas del cuerpo que las distingan de los hombres.

No ha transcurrido tanto tiempo en el que las mujeres se debían cubrir la cabeza para entrar en una capilla o en una iglesia aunque no se celebrase culto en ellas. La mantilla era una pieza fundamental y casi imprescindible en el bolso femenino. En los países de tradición católica era obligatoria para acudir a una ceremonia o para realizar una visita de carácter turístico o de admiración artística. Y en los púlpitos se predicaba, entre otras prohibiciones, la recriminación a la mujer que no se cubriese la cabeza de alguna manera.

Si nos referimos a regímenes políticos de inspiración –u obligación– religiosa islámica el imperativo es radical. Y el planeta está lleno de estos sistemas que priorizan sus leyes en favor de una religión a los derechos de las mujeres. Hoy se habla de las protestas que las valientes féminas iraníes llevan a cabo en las principales poblaciones regidas por gobiernos de los ayatolás chiitas. De las numerosas detenciones –y manifestantes muertas/os– en Teherán y otras ciudades de Irán. Y se recuerda el régimen talibán en Afganistán, donde la mujer tiene menos derechos que algunos animales.

Sin embargo, no son éstos los únicos países donde no son consideradas las mujeres como personas. Podría considerarse que la razón está en que la persecución femenina se debe a un atraso de civilización, con lo que esto supone tras muchos miles de años de existencia de la humanidad. La falta de derechos de la mujer se extiende por una gran parte de la geografía mundial. Prácticamente en todos los territorios donde la religión entra en política, donde la política depende de las creencias… Irán, Afganistán, Arabia, los Emiratos Árabes Unidos, Yemen, Israel, Egipto y un largo etcétera. Es decir, gran parte de África y de Asia, ya sea por exigencias del Islam o de otras creencias primitivas.

Los gestos que se vienen observando en las últimas semanas quizá puedan paliar esta discriminación –miles de mujeres manifestándose en las ciudades irquíes, en capitales europeas, artistas españolas cortándose un mechón, una joven iraní pidiendo acudir al video #mahsaamini que se ha hecho viral…–, el de la eurodiputada sueca Abir Al-Sahlani, de origen iraquí, que se cortó el pelo en pleno discurso en el Parlamento Europeo, mientras pedía a gritos "vida, libertad", jóvenes dándose tijeretazos en la cabeza ante los antidisturbios, la amenaza de Josep Borrell de aplicar sanciones a Irán por parte de la Unión Europea… Son imágenes que dan la vuelta al mundo pero que hacen poca mella en esos vigilantes de la moral que se muestran por el planeta. El machismo está arraigado en las sucesivas civilizaciones y no desaparece con la difusión de su horror. Vean el ejemplo de los estudiantes –ojo, universitarios– de un colegio mayor madrileño, que han sustituido las prohibidas novatadas por la escenificación de su machismo indisimulado. Todo parece seguir igual, los asesinatos de mujeres por ser mujeres son constantes en el mundo.

A pesar de aquel mechón que Salvatore Adamo veneraba como "un recuerdo fugaz de una noche de amor", un mechón mal peinado fue la causa de la represión de una policía de la moral que llevó a la muerte a la joven Mahsa Amini en una comisaría de Teherán.

Compartir el artículo

stats