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Fernando Monreal

Fernando Monreal

Doctor en Medicina y Cirugía

Esbozos sobre Yersin

El descubridor del germen de la peste

Faltan veinte años para la Primera Guerra Mundial. Una epidemia de peste en China se extiende hacia Tonkin y llega a Hong Kong en mayo. El terror a su guadaña se levanta sobre el horizonte. Hay pánico en todos los puertos que mantienen relaciones comerciales con China.

En la época en que los desplazamientos eran a pie, a caballo, en carros de bueyes o en barcos de vela, la peste avanzaba al paso, y a pesar de ello veinticinco millones de europeos murieron en el siglo XIV.

Pero aparece en escena un científico suizo nacido en Morges, en el cantón de Vaud. Este lugar es famoso actualmente por sus vinos, que se obtienen de viñedos en terraza y en espaldera sobre laderas que finalizan suavemente en el lago Lemans. Nuestro científico, que se ha formado previamente en el Instituto Pasteur, desembarca en Hong Kong a mediados de junio de 1894. El que pasará a la Historia como un héroe se llama Alexandre Yersin. Lleva el nombre de su padre, fallecido a la edad de treinta y ocho años sin llegar a conocer al hijo a quien la Humanidad estará siempre en deuda con él.

Desde su llegada al puerto, bajo una lluvia torrencial, ha visto cadáveres de apestados por las calles, entre los charcos, en medio de los jardines. La visión no es alentadora. La parca ha hecho un gran trabajo. Yersin toma fotografías y escribe sus primeras impresiones a lo largo de la noche. El gobernador inglés, sir Robinson, ha autorizado a Yersin a investigar sobre la peste en Hong Kong, desconocedor de las importantes repercusiones que esta decisión va a tener.

El científico obtendrá muestras de los bubones de cadáveres antes de ser incinerados o enterrados con cal. Prepara las muestras y las observa con su microscopio Zeiss, y que él mismo adquirió en Jena (Alemania) al reputado fabricante Carl Zeiss y del que nunca se separará. Finalmente identifica los microbios: pequeños bastoncillos rechonchos con las extremidades redondeadas. Yersin es la primera persona que observa el germen causante de la peste y rápidamente redacta un artículo que verá la luz en setiembre en "Annales de l’Institut Pasteur". El germen en cuestión llevará su apellido: "Yersinia pestis".

Paralelamente otro médico y bacteriólogo es enviado por el Gobierno de Japón a intentar identificar dicho germen. Su nombre es Kitasato Shibasaburo, pupilo de Robert Koch en Alemania desde 1885 a 1891. Él va a tomar muestras de los órganos y la sangre, despreciando los bubones. Disfruta de un auténtico laboratorio de hospital y de una estufa regulada a la temperatura del cuerpo humano; pero el bacilo de la peste se desarrolla mejor en torno a los veintiocho grados, temperatura media en Hong Kong en esa temporada del año, y temperatura en la que Yersin, privado de estufa, lleva a cabo sus observaciones.

Al mismo tiempo que Alexandre Yersin envía sus resultados a París se los comunica al doctor Lawson, a la sazón director del hospital Kennedy Town, quien se apresura a comunicarlos al equipo japonés. Kitasato se atribuye el éxito, con lo que la polémica queda servida en bandeja de envidia. El tiempo y las pruebas aportadas darán la razón al suizo.

A mediados de agosto, considerando que su misión está cumplida, Yersin regresa a Saigón, donde en ese momento tiene instalado su cuartel general. Allí consigna en un cuaderno sus conclusiones: "La peste es pues una enfermedad contagiosa e inoculable. Es probable que las ratas constituyan su principal vehículo, pero he constatado que también las moscas contraen la enfermedad".

Alexandre Yersin consideró siempre su vida como un sacerdocio y no se casó nunca. La investigación médica era lo primero, por no decir lo único, y toda su vida intentó permanecer ajeno a la economía, al igual que a la política.

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