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Urbano Rubio Arconada

Competitividad

Urbano Rubio Arconada

La enfermedad de Asturias

El estado económico y social de la región

Utilizando un símil clínico en el que los valores de un test están descompensados: los glóbulos rojos altos, los blancos bajos, los leucocitos desatados, el dímero disparado… y el diagnóstico fuera de una enfermedad grave. Pues bien, los nefastos parámetros analíticos de la situación económica y social de Asturias dan como resultado una enfermedad severa llamada "baja competitividad". El origen de la enfermedad se debe fundamentalmente al efecto de una conciencia estatalista y de iniciativa protegida –labrada durante décadas– donde se elige estar enganchado al gotero de la subvención de la burbuja pública y ser dependiente. Se prefiere eludir la responsabilidad y la exposición al riesgo y a los constantes desafíos del emprendimiento que dignifica a la persona como partícipe de la sociedad.

Las encuestas reflejan que en España sólo un 16% desea emprender (en Asturias la proporción es aún menor), en Europa central la media sube al 40% y en EE UU al 80%. Esto refleja una sociedad conformista y colectivista sin esfuerzo y sin futuro. Como en cualquier enfermedad, la "mala vida" contribuye a la enfermedad: un excesivo peso del sector público, una enseñanza alejada de la empleabilidad, altos costes laborales impulsados por los impuestos, bajo nivel tecnológico e innovador, escaso aprecio a la productividad, una inadecuada gestión llena de trabas y burocracia…. La baja de productividad es una constante: más de un 30% en 20 años, lo que es insostenible ante la avalancha de la competencia de los países tecnológicos, pero también de los emergentes que juegan en el mismo sistema de mercado globalizado.

Asturias suspende en los "requisitos básicos" tales como el funcionamiento de instituciones públicas, infraestructuras, entorno macroeconómico y educación primaria, y una baja puntuación en los "potenciadores de eficiencia": funcionamiento de los actores financieros, laborales o de bienes, capacitación de educación superior, preparación tecnológica, y en las funciones de capacitación de la transición a economías basadas en conocimientos y en evolución innovadora, tanto en sofisticación tecnológica del producto como en innovación comercial.

¿Si Asturias corrigiera al alza su competitividad podría enfrentar el futuro con esperanza? La respuesta es rotundamente sí. Invertir hoy en la cuarta revolución industrial para una región que estuvo más que presente en la segunda y en la tercera, es la única vía para crecer en este mundo globalizado de alta competencia. Estos últimos cuarenta años han sido para Asturias muy deficientes en estímulos empresariales, en flexibilización cuantitativa, en reactivación del crecimiento económico, y todo ello, a pesar de haber dispuesto de importantes impulsos económicos como fueron los fondos mineros. De haberlos utilizado eficientemente Asturias estaría hoy por encima de la media nacional en renta per cápita. La situación, con la tremenda losa de la deuda nacional y regional, es de condena a las generaciones del presente y del futuro a tener impuestos altos, lo que dificultará tomar vuelo para competir con otras regiones del mundo.

Hace décadas, en Asturias se crecía por encima de la media de España y de Europa. Una familia española de clase media con un solo sueldo podía comprar una segunda residencia y un vehículo utilitario, a base de ahorro, esfuerzo y motivación, donde las horas productivas eran, por entonces, el doble a las actuales. Aquella reacción competitiva estaba amparada en el trabajo y en la prácticamente inexistente tributación, a pesar que los recursos exteriores eran escasos y la tecnología deficiente. En aquellos tiempos, de extraordinaria demanda de materiales y productos, la productividad era el factor esencial. Hoy con la globalización mercantil, la producción ya no es el factor determinante. Se requiere, además, tener connotaciones diferenciadoras, que hagan el producto o el servicio diferente, más conocido, y mejor en términos de calidad y precio. Por ejemplo, un vendedor de motocicletas fabrica con una producción elevada, con excelencia en calidad, cumpliendo tiempos de ejecución e incluso mejorando los costes de trimestres anteriores, pero puede perder la mitad de las ventas. Todo ello si no es capaz de hacer conocer su producto en los mercados y expresar esas diferencias que le hacen mejor: su motor de altas revoluciones, su sistema de frenado, su carrocería de aleación ligera, su sistema de amortiguación, su precio. Todo suma y todo hace que un producto triunfe o se derrumbe en pocas semanas.

Mejorar la competitividad para tener una característica especial, ser diferente de su competencia, tener ventajas que marquen tendencias y hacerse mejores, o simplemente para mantenerse en el mercado, para evitar ser absorbidos o incluso desaparecer. Cada día es más fácil que una empresa acceda a mercados, siempre que cumpla con factores como la diferenciación de la demanda, que exige cada vez mejores productos, más específicos y de calidad irrenunciable, con ciclos de producción más cortos desde la captación de la materia prima a la puesta en mano del producto al cliente.

Detallar medidas concretas para mejorar la competitividad en Asturias daría para varios artículos. En este sentido, y con la idea de proponer mejoras de la "Competitividad en Asturias", animo a los receptores de este artículo a que acudan a la conferencia que se celebrará hoy 18 de noviembre de 2022 a las cinco de la tarde en el hotel Abba de Gijón, en la que, el que suscribe, participará como ponente.

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