Lo que hay que oír

Escribir no es un trabajo

El proverbial desprecio hacia el esfuerzo intelectual y artístico

Escribir no es un trabajo

Escribir no es un trabajo / Ilustración: Pablo García

Francisco García Pérez

Francisco García Pérez

Le doy las gracias por haber escrito el párrafo que sigue al escritor y periodista y columnista y ensayista Sergio del Molino (1979: milenial o casipostmilenial, por eso no siempre coincidimos en ideas, pues boomer soy, no es culpa mía), tan de moda desde que tuvo el ingenio de crear o popularizar en un libro el concepto de "La España vacía" (enseguida otras voces matizaron que casi mejor "España vaciada"). Va la cosa sobre ese desprecio a la labor intelectual, tantas veces disfrazado de confianzadudez y tantas veces comentado en esta sección. Muchas veces, ante una columna suya, la gente le dice a Del Molino: "Me encantaría leerla, pero no estoy suscrito al periódico. ¿No podrías colgar el texto?". Y con gracia y donaire comenta lo que le va a decir al camarero de cierto restaurante pueblerino: "Me encantaría probar una de vuestras estupendas nécoras, pero no estoy suscrito al restaurante. ¿No podrías copiarme y pegarme una en el plato? ¿Qué te cuesta?". Cerramos su reflexión (tantas veces, tantos años aquí dicha): Mientras a nadie se le ocurre decirle al carnicero, a la panadera, al zapatero, a la abogada, al albañil… que sirva algo o haga un trabajito por la cara, se ha instituido como lo más normal del mundo pedir a quien escribe un prólogo, una opinión sobre un ineditazo (en los EE UU pagarían un pastizal por obtenerla), un pregón, una presentación libresca… Y si te niegas o presentas tarifas, prepárate al qué se habrá creído este, se le ha subido a la cabeza, es un chulo, habráse visto… En fin, gracias Sergio del Molino por sumarte a la causa.

Y gracias a la última incorporación reivindicativa, de Álex Grijelmo: "Un catedrático, un artista, una jurista, un economista, una empresaria, una periodista... son invitados por personas a quienes no conocen de nada a inaugurar un seminario con un discurso, a pronunciar una conferencia, invitados a participar en un coloquio, invitados a escribir el capítulo de un libro colectivo, invitados a colaborar en una revista. Pues vaya unos ‘invitados’, que en la mayoría de esos casos deben preparar su intervención, procurarse un hueco en la agenda, relegar otros asuntos, a veces arriesgar su imagen a cualquier vídeo malintencionado, sentir impotencia ante la reproducción ilegal de su charla, soportar las críticas por ella –fundadas o no–; y a menudo hasta pagarse los gastos. En tan amables invitaciones se suele escribir: ‘La organización tal o cual desea invitarle a participar en su congreso sobre cual o tal, dentro de la conmemoración por tal o por cual y en atención a sus méritos y su prestigio por esto o por lo otro’. Qué poca consideración despiertan el esfuerzo intelectual y la preparación de quienes han desarrollado un oficio de cierta trascendencia pública (y esto incluye desde un poeta del lugar hasta un premio Princesa de Asturias). Porque las mismas personas que invitan a un cantante a que cierre un acto, a un escritor para que ponga el colofón, a un científico para una lección magistral..., ni se plantearían decirle al fontanero: ‘Buenas tardes. ¿Es usted el fontanero? Le invito a que me arregle una tubería’. Ni osarían entrar en un restaurante diciendo: ‘Buenas noches. Les invito a que me den de cenar’".

Gracias. Qué gusto da que otros colegas te escriban las columnas y reafirmen así (aunque sin nombrarte, claro) que llevas la razón, y que la llevas desde hace muchos, muchos años en algo que escribes. Yo los nombro: Sergio del Molino y Álex Grijelmo. Pero, cierto parece, solo existe Madrid, Madrí y Madriz: "No me llega lo de provincias" (en 2023) es la frase que más leo en el mail, antes llamado correo electrónico. Se refiere todo esto al proverbial desprecio hacia el curro o trabajo del coco, frente a ese poner una letra detrás de otra y listo. ¿Total qué nos cuesta? Pues se lo digo yo: una tarde mínimo y toda una vida de preparación.

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