Sol y sombra

Catástrofes

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

En parte obligado por las circunstancias, Adrián Barbón ha hecho su carrera política en el Principado a lomos de una catástrofe. Puede que esta compita con la educación en la carrera civilizadora, como escribió H.G. Wells. En ese caso, aunque sin imaginárselo, el presidente regional no estaría cabalgando un potro desbocado. Primero le tocó gestionar la pandemia, ahora parece sentirse a gusto en el papel del capitán Tormenta luchando contra los incendios con la firme convicción de detener a los pirómanos. No parece tan decidido, en cambio, a hacer algo más por evitarlos con una planificación forestal como es debido. Esta permanente exposición pública como policía investigador antiincendios choca con la imprevisión de la Administración pública que castiga los montes y forma parte, creo yo, de una retórica con la que los políticos pretenden a menudo suplantar los hechos tras cualquier desastre evitable. Sin embargo, es en el mismo momento de la desgracia cuando uno se acostumbra a la verdad.

Jamás pudieron hacerlo del todo los que siguieron consternados la estela de calamidades que dejó el hundimiento del Titanic, uno de los mayores ejemplos de ineficacia en la historia universal de las catástrofes. El 24 de junio de 1915, poco más de un año después de hundirse el famoso trasatlántico británico, cuando una nueva ley exigía ya que los barcos llevasen muchos más botes salvavidas para evitar que se repitiera el siniestro, el S.S. Eastland, un buque construido en 1902 y botado en julio de 1903, se hundió con 2.752 pasajeros. El barco había evidenciado desde el primer momento gran cantidad de errores de construcción y diseño que no hacían presagiar nada bueno. En su primer viaje, los pasajeros causaron un sobrepeso en las cubiertas que produjo un desnivel que permitió que el agua fluyera por los pasillos. Luego, se amotinaron los fogoneros; más tarde siguió sin calibrarse bien el peso del pasaje con el de los botes salvavidas incluidos para evitar el desastre del Titanic. El trasatlántico volcó. Hablaron de gafe.

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