De menos gobierno a mejor gobierno

Iniciativas políticas de éxito en la planificación a escala regional

Guillermo Martínez

Guillermo Martínez

Existe poca literatura sobre iniciativas políticas de éxito en la planificación a escala regional. Determinar qué es éxito y fracaso es difícil, pues ambos no dejan de ser un juicio sobre los acontecimientos. Georges Benko y Alain Lipietz destacaron en "Las regiones que ganan" la revalorización que se producía del espacio regional para afrontar el desarrollo económico, una vez la inflexión del fordismo daba paso a un mundo donde la especialización y la diferenciación pasaban de ser oportunidades para convertirse en esenciales.

Fue la opción de concentración de actividades que siguió la metrópoli parisina, la región de Île-de-France. La especialización como clave del éxito de los distritos industriales del norte de Italia, o la conocida política de centros de servicios para empresas de la región de Emilia-Romaña, que lleva varias décadas afrontando el desafío que supone tener una empresa por cada diez habitantes. El sistema alemán de innovaciones dio prioridad a la alta tecnología favoreciendo el cambio estructural en regiones tan afectadas por la crisis industrial como Renania del Norte-Westfalia. Las "eco-regiones" de Austria crearon marcas propias unidas a sus espacios protegidos, una vigorosa economía de proximidad en torno a la industria agroalimentaria y un modelo de desarrollo sostenible para su actividad turística. "El problema de las Tierras Altas" para referirse a la sangría demográfica que sufría esta región montañosa del norte de Escocia fue tratado a través de un modelo de agencia pública y una inteligente planificación, que hicieron pasar de poco más de 300.000 habitantes en 1951 a 466.000 en 2011. Las primeras medidas contra la despoblación se empezaron a tomar allí ya en 1965.

Por eso las actividades turísticas requieren de tratamientos comarcales y locales diferenciados, las áreas metropolitanas de un proyecto de desarrollo que reconozca su realidad y potencie su escala, los problemas complejos como la despoblación, de planes a largo plazo, o afrontar los riesgos de deslocalización industrial abandonando la postura defensiva. El camino seguro –aunque no el más corto– para poner en riesgo todo, es precisamente solo pensar en mantener el statu quo. Conservar para perder o arriesgar para ganar.

El recientemente fallecido Roberto Camagni señaló los cuatro desafíos para el desarrollo de las regiones europeas: la persistencia de los desequilibrios dentro de los países, el riesgo de crear una cultura de dependencia con respecto a decisiones y soporte externo, la necesidad de mayor eficiencia de los instrumentos públicos y una tendencia a pensar en las políticas de arriba hacia abajo.

Son condiciones necesarias, pero no suficientes, buenos gestores públicos, empresariado comprometido, apertura hacia la innovación y una disposición a afrontar en mentalidad de presupuesto de base cero, todos los instrumentos de acción pública. Pero hace falta algo más en las regiones europeas, pues el absentismo en el liderazgo de proyectos integrales de desarrollo regional es injustificable. Jefferson proponía menos gobierno, pero se necesita mejor gobierno. Para Saint-Exupéry, escribir y volar eran la misma cosa, quizá porque él, además de cubrir la ruta Toulouse-Dakar, escribía. Si a alguien de nosotros nos ofrecieran pilotar un avión, quedaríamos en shock al entrar en la cabina, otros inmortalizarían el momento –hasta el selfie quedó antiguo–, y habría quien hasta se atreviera a pulsar algún mando, por aquello de la prueba y error. El problema es que se necesitan pilotos.

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